Michael Philip Jagger (Kent, 1943), aún siendo hijo de la persona que introdujo el baloncesto en Inglaterra, Basil Jagger, no tuvo en el deporte uno de sus fuertes. A pesar de no ser propio de los tópicos del rock, el bueno de Mick, hijo y nieto de profesores fue un excelente estudiante.
En 1960, en uno de sus frecuentes viajes en tren Londres-Kent, Mick se encontró con un viejo conocido de sus tiempo
s infantiles, un antiguo compañero de escuela: Keith Richards (Kent, 1943), al que conocío cuando ambos tenían siete años en la Wentworth Primary School. El viaje se les hizo cortísimo a ambos, embarcados en una apasionante charla sobre su idolatrada música negra yanqui y, sobre todo, sobre sus ídolos: Chuck Berry y Little Richard.
El reencuentro hizo que ambos trabaran una profunda amistad que fue a más cuando los dos estuvieron definitivamente afincados en Londres al comenzar Richards sus estudios de Arte. Allí, y junto a su amigo Dick Taylor, formaron su primer grupo: Little Boy Blue & The Blue Boys. Sin embargo, el trío no tuvo demasiado éxito (tampoco eran demasiado brillantes) y no tardó en disolverse.
En 1961, cuando ambos cumplietron los dieciocho se mudaron a un piso en Edith Grove, en el barrio de Chelsea, junto a otro joven al que habían conocido: Brian Jones (Cheltenham, 1943) quien, a tan pronta edad (18 años), ya era un competente multinstrumentista. Hijo de padres músicos y aficionado al jazz, Jones ya había debutado como clarinetista en la Dean Close Junior Public School con tan solo 14 años y a principios de los 60 ya
tocaba en un grupo razonablemente consolidado, los Blues Incorporated, y propuso a sus compañeros de piso que se unieran él. Jagger, que había podido acceder a una beca merced a su brillante expediente y había comenzado sus estudios económicos en la London University, tuvo algunas dudas pero acabó compaginando sus actividades académicas con las musicales.
La nueva banda fue ganando y perdiendo miembros y nombres continuamente hasta que el 12 de julio de 1962 actuaron en el Marquee de Londres por primera vez bajo el nombre de The Rollin’ Stones. El nombre, sugerido por Brian, es un homenaje a Muddy Waters siendo el título de una de sus más célebres canciones.
Aquellos Rollin’ Stones fueron Mick Jagger (voz), Brian Jones (guitarra), Keith Richards (guitarra), Dick Taylor (bajo), Tony Chapman (batería) e Ian Stewart (piano). Aunque la actuación, y muchas de las posteriores, tuvieron bastante éxito, el grupo seguía teniendo bajas: Taylor se uniría a los fabulosos Pretty Things y Chapman abandonó el grupo. No obstante, la banda tenía buen nombre en la escena musical londinense y no les costó encontrar dos sustitutos para bajo y batería. Bill Wyman (Plumstead,
1936) y Charlie Watts (Islington, 1941) fueron los elegidos.
Wyman había sido un músico precoz y, a los 14 años, ya dominaba varios instrumentos. Tras contraer matrimonio a los 23 años, empezó a tocar el bajo en la banda The Cliftons en 1961. Ingresó en los Stones en 1962 a pesar de las reticencias iniciales del resto de la banda a los que les echaba para atrás la importante (6 años) diferencia de edad. Por otro lado, Charlie Watts, ya había tocado con Brian Jones en Blues
Incorporated y, tras abandonar la música para dedicarse a trabajar, fue reclutado por los nuevos Rollin’ Stones en 1963.
Pronto la banda consiguió un contrato para actuar cada domingo en el Crawdaddy Club de Richmond,El sexteto fue acumulando fama entre el mundillo artístico londinense, en absoluta efervescencia con el estallido de la Beatlemania. Los Beatles, que acababan de aparecer, ocupaban todas las portadas y copaban todas las listas de éxitos y de ventas del país. El tremendo éxito de los de Liverpool provocó que un jovencísimo y avispado publicista, Andrew Oldham, propusiera a los Stones presentarse al mundo como la antítesis de los Beatles, la cara oculta del rock, su lado oscuro.
Oldham, personaje clave en la historia de la banda, había sido parte del gabinete de prensa de los Beatles y sabía qué hace para conseguir convertirlos en un producto de éxito. Se convirtió en manager del grupo y realizó varios cambios en la imagen de la banda. Su primera y polémica decisión fue deshacerse de Stewart quien, a pesar de su competencia musical, no daba la imagen de «pretty, thin, long-haired boy» que quería para el grupo (se nota que el caballero se basaba en criterios publicitarios). Por otro lado añadió una «g» al Rollin’ del nombre del grupo y le quitó un «s» al apellido de Keith porque «sonaba más pop». Señoras, señores, saluden a The Rolling Stones…
A pesar de la leyenda, Stones y Beatles no sólo no eran enemigos sino que se llevaban francamente bien. Sus edades, intereses y gustos musicales eran muy similares. De hecho, fue George Harrison quien aconsejó al dueño de DECCA (compañía que había rechazado a los Beatles el año anterior) que fichara al entonces ya quinteto. En esta época los Stones prácticamente no componían temas propios. Sus conciertos se basaban en interpretar de forma abrasiva versiones de la música negra norteamericana.
Siguiendo esta máxima grabaron su primer single con “Come On” de Chuck Berry en la Cara A y “I Want To Be Loved” de Willie Dixon en la B.
Andrew Oldham no se conformó con ser el manager del grupo y se convirtió también en su productor musical. El single tuvo un éxito relativo y les aupó al puesto 21 de las listas. El disco no es gran cosa, aunque deja entrever las buenas maneras del grupo con el R&B. Sin embargo, Oldham tenía pensado un futuro mucho más ambicioso para sus chicos. El agresivo publicista tenía claro que la mejor y más rápida forma de llegar al éxito era subirse al imparable carro de los Beatles. Su idea se basaba en presentar al grupo como el contrapunto a aquellos. De esta forma comenzó una campaña presentando a la banda como los “chicos malos del rock” y buscando atraer con esa estrategia de lo “atractivo de lo prohibido” al mayor número de jóvenes posible. Puro marketing. Lemas como «¿dejaría a su hija salir con un Rolling Stone?» ideados y promovidos por el astuto Oldham hicieron el resto
No obstante, como os he dicho, la relación entre ambos grupos era excelente. Hasta tal punto que el segundo disco de la banda de Londres fue “I Wanna Be Your Man” un tema compuesto por unos tales Lennon y McCartney que además también incluyeron dicha canción en su segundo LP «With The Beatles». La cara B fue ocupada por una nueva versión, el «Money» que popularizara Barret Strong y que, curiosamente, también grabarían los Beatles. Con la canción de sus “rivales” llegaron al 12, puesto que mejorarían y mucho, (alcanzaron un muy meritorio nº3) con su siguiente sencillo: “Not Fade Away”, una excelente versión del clásico
de Buddy Holly, en la que la banda da rienda suelta a su sonido de r&b canallesco tan característico de sus primeras grabaciones. «Little By Little» ocupó la cara B , tratándose del primer tema propio del grupo, en este caso obra de la banda al completo, aunque decidieron acreditarla bajo los seudónimos Nanker/Phelge. «Fue idea de Brian» -recuerda Bill Wyman- «sugirió que cuando la canción fuera fruto de la colaboración de todos estaría bien acreditarla bajo seudónimo y compartir los royalties».
Por aquel de entonces, los Rolling Stones era una banda conocida y asentada, Jagger y su provocadora imagen hacían estragos entre las jovencitas de la pérfida Albión y los medios empezaron a centrarse en el descarado frontman de la banda. Esto provocó los celos de Brian, quien se sabía el líder absoluto del grupo a nivel musical. Esto provocó los primeros conflictos internos en el seno de un grupo que caminaba imparablemente hacia el estrellato.
Pero, aunque en 1964 aún estamos en la época en la que el single era el formato rey, como a todo grupo les llegó el momento de grabar el
primer disco. Su primer álbum, homónimo, se editó el 16 de abril de 1964. Aunque hoy en día es algo relativamente habitual, por aquel entonces no era demasiado frecuente que los grupos compusieran su material. Normalmente tenía tres o cuatro singles propios (que era lo importante) y rellenaban el LP con versiones. Los Beatles fueron los primeros en romper con esa tónica y componían la mayoría de su material hasta que, en 1964, editaron «A hard day’s night» convirtiéndose en la primera banda que esitaba un LP completo con canciones propias.
Los Stones, aún lejos de su mejor nivel, editan un disco de debut con buenas versiones de R&B y pocos temas propios: el no excesivamente meritorio tema de Jagger/Richards: «Tell Me» y «Now I’ve Got A Witness» (instrumental) y «Little By Little» firmadas por Nanker/Phelge que, recordamos, es como el grupo acreditaba sus composiciones corales. Por lo demás muchas versiones: el «Route 66» de Bobby Troup y que previamente había popularizado Chuck Berry, el «I Just Want to Make Love to You«, original de Willie Dixon y llevada a la fama por Muddy Waters, «Honest I Do» de Jimmy Reed, «Mona» de Bo Didley, «I’m a King Bee» de Slim Harpo, «Carol» de su adorado Chuck Berry, «You Can Make If You Try» que popularizó Gene Allison y el «Walking The Dog» de Rufus Thomas. conforman una excelente selección de blues , soul y R&B que, una vez pasadas por la patina rollingstoniana resulta tremendamente atractiva
El disco, absolutamente liderado en lo musical por Brian Jones, no es una joya pero les valió para llegar al nº1. Bien es cierto que habían pactado con los Beatles la fecha de lanzamiento para no coincidir en el tiempo y tener que pelear en las listas. Fue bien recibido por la crítica y supone un más que aceptable debut en el que destaca la calidad
como intérpretes del grupo y la enorme fuerza que transmiten. Esta pretendida intensidad buscaba reproducir el espíritu de los conciertos del grupo y se grabó prácticamente en directo en sesiones desarrolladas a lo largo de cinco días entre enero y febrero de 1964.
Un mes después, en mayo, el LP se editó en USA con el epígrafe «England’s Newest Hitmakers» y, buscando conseguir un mayor impacto comercial, sustituyeron «Mona» por «Not Fade Away» que había sido editada como single en Inglaterra. El debut de los Stones en Estados Unidos fue respaldado por una gira del grupo por el país que tuvo más sombras que luces. La extremadamente conservadora sociedad americana no estaba preparada para las provocativas actitudes del grupo, los sexuales movimientos de Jagger y su desaliñada presencia. Con todo, el disco alcanzó el numero 11 en las listas.
Llegarían tiempos mejores. Comienza la leyenda
Texto: Guillermo Mittelbrunn Beltrán. 4 de octubre de 2014
Fotografías y música propiedad de sus respectivos autores

Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.