SMITH, Elliott: “New Moon” (2007) (8/10)

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Angel In The Snow        

Talking To Mary              

High Times        

New Monkey   

Looking Over My Shoulder        

Going Nowhere              

Riot Coming      

All Cleaned Out               

First Timer         

Go By   

Miss Misery (Early Version)       

Thirteen             

Georgia, Georgia            

Whatever (Folk Song In C)         

Big Decision      

Placeholder      

New Disaster   

Seen How Things Are Hard        

Fear City             

Either/Or           

Pretty Mary K (Other Version) 

Almost Over     

See You Later   

Half Right

Tras la muerte de Elliott, los conciertos de homenaje se sucedieron en varias ciudades de Estados Unidos e Inglaterra y varios artistas le han dedicado, desde su muerte, canciones-tributo: Rilo Kiley (“Ripchord“), Blazing Scapelands (“Elliott, you’re alive!“), Mary Lorson(“Lonely Boy” ),  o la fantástica “Late” de Ben Folds. Otros, como Beck, incluyeron canciones de Elliott en su repertorio a modo de homenaje (“Clementine“, “Alameda“, “Ballad Of Big Nothing“). También se editaron varios discos de homenaje.

No obstante, nada pudo llenar el vacío que la desaparición de Elliott dejó entre sus fans. Necesitábamos su música, sus letras, su voz… Por eso fue tan bien recibida, el 8 de mayo de 2007, la publicación de “New Moon“. Un doble álbum con 24 canciones que Elliott grabó entre 1994 y 1997, durante el periodo en el que colaboró con la discográfica independiente Kill Rock Stars  ya antes de fichar por la multinacional Dreamworks. Se trata de una recopilación de temas inéditos, demos, tomas alternativas y algunas canciones a medio terminar.

Es un disco fabuloso y, a pesar de no dejar de ser un álbum de rarezas, su nivel de calidad es estremecedor. De hecho debutó alcanzando la posición 24 de las listas americanas, vendiendo 24.000 copias en su primera semana. Compuesto es su totalidad por canciones del periodo en el que Elliott grabó “Elliott Smith” y “Either/Or”, se trata del segundo trabajo póstumo de su autor y arranca con “Angel In The Snow, un fabuloso descarte del segundo disco de Smith, “Elliott Smith”, que sorprende por su calidad y nos hace preguntarnos qué le hizo no incluirla en el disco. “Talking to Mary“, “High Times“,”Riot Coming“, “Georgia, Georgia“, “Whatever (Folk Song in C)” y “Big Decision” son otros inéditos de las sesiones de “Elliott Smith” y, aunque son buenas canciones, no mejoran a ninguna de las que finalmente conformaron el disco de 1995.

El otro gran bloque de grabaciones que aparecen en “New Moon” es el correspondiente a las sesiones para la grabación de “Either/Or”, el enorme álbum que Smith editó en 1997. Es difícil tocar algo en un disco tan absolutamente perfecto como “Either/Or”, y sólo asumiendo la extraordinaria calidad del mismo se entiende que canciones como “New Monkey“, la excelente “Looking Over My Shoulder“, “Going Nowhere“, “Placeholder“, “New Disaster“, “Seen How Things Are Hard“, “Fear City“, “Either/Or“, “Almost Over“,  o “First Timer“, quedasen fuera…., aunque, en este punto, declaro mi debilidad por “Go By” y “All Cleaned Out“, habría que haberles hecho sitio. Especialmente curiosa es la aparición de una hermosa canción titulada “Pretty Mary K“, que, a pesar de titularse igual queuno de los cortes contenidos en “Figure 8”, no tiene nada que ver.

El disco también contiene una estupenda versión del “Thirteen” de Big Star y una gloriosa versión preliminar en formato acústico de su celebérrima “Miss Misery“, lo más parecido que Elliott tuvo a un hit en toda su carrera. Incluso queda tiempo para que Smith recuerde a su antiguo grupo Heatmiser con “See You Later” (en una versión mucho más folkie que la original) y, con el mejor corte del disco, la extraordinaria “Half Right“, que si ya era un temazo en su versión original, en esta versión acústica resulta simplemente monumental.

A pesar de ser un disco de rarezas, el disco presenta una sorprendente coherencia interna y, no hubiera desentonado si hubiera sido editado entre “Elliott Smith” y “Either/Or”.  En una especie de suerte de Cid Campeador musical, Elliott Smith vuelve a editar otro estupendo -y van dos- álbum póstumo.

VALORACIÓN GUILLETEK: 8/10

SMITH, Elliott: «»From a Basement on the Hill» (2003) (9,5/10)

  1. Coast to Coast
  2. Let’s Get Lost
  3. Pretty (Ugly Before)
  4. Don’t Go Down
  5. Strung Out Again
  6. A Fond Farewell
  7. King’s Crossing
  8. Ostrich & Chirping
  9. Twilight
  10. A Passing Feeling
  11. The Last Hour
  12. Shooting Star
  13. Memory Lane
  14. Little One
  15. A Distorted Reality is Now a Necessity to Be Free

Producido por Elliott Smith, Rob Schnapf y Joanna Bolme

Tras rechazar continuar trabajando con  Rob Schnapf, su productor de siempre, en un nuevo disco -proyecto que su discográfica Dreamworks le había propuesto-, en 2001 decidió empezar a grabar un nuevo álbum con Jon Brion como productor. Smith estaba decidido a grabar su obra maestra: quería hacer su «White Album», compondría un disco doble exento de artificios y basado en la espontaneidad y la emotividad de la melodía. Sin embargo, Elliott estaba cada vez más enganchado  a las drogas y el alcohol y Brion se vio en la obligación de recriminarle lo que estaba haciendo con su vida generando importantes discusiones entre ambos. Dichas discusiones fueron en aumento hasta que un día y de repente, su amistad se rompió en mil pedazos.

Además de perder un amigo, Elliott decidió desechar todo lo que habían grabado hasta entonces, y decidió volver al estudio y  regrabar el disco. Pero Smith seguía en caída libre hasta que, en noviembre de 2002, ingresó en una clínica de rehabilitación de la que salió  completamente «limpio». Elliott estaba saliendo definitivamente del túnel…, y había vuelto a retomar las sesiones de grabación con renovadas ilusiones…, hasta que llegó el 21 de octubre de 2003.  Según la versión de la novia de Elliott, Jennifer Chiba, ambos estuvieron discutiendo acaloradamente aquella noche en su casa. Harta de la discusión, Jennifer decidió encerrarse en el baño para darse una ducha y relajarse. Entonces, ocurrió. Chiba escuchó un desgarrador grito desde la habitación de al lado y, cuando salió, se encontró a Elliott de pie…, con un cuchillo de cocina clavado en el pecho. Siempre según su versión, Chiba arrancó el cuchillo del pecho de Smith y éste se desplomó. Ella llamó rápidamente al 911 (urgencias), pero Elliott murió poco después de llegar al hospital, a las 1:36 de la mañana. Tenía 34 años. En la habitación donde todo ocurrió se encontró una nota que decía “Lo siento mucho – Amor, Elliott. Dios me perdone”.

Nunca sabremos qué ocurrió realmente, pero lo único absolutamente seguro es que uno de los más grandes compositores de todos los tiempos se había ido para siempre. La mejor prueba de esto y la mejor forma de medir la enorme pérdida que supuso la desaparición de Elliott fue la edición de su disco póstumo «From a Basement on the Hill»

«From a Basement on the Hill«, fue editado en octubre de 2004, un año después de la muerte de Elliott. Rob Schnapf, productor de sus anteriores trabajos y la música y ex-novia de Smith, Joanna Bolme fueron solicitados por la familia de Elliott para que terminaran el álbum sobre el que estaba trabajando desde mediados de 2001 hasta en el momento de su muerte en otoño de 2003.

Elliott Smith quería editar un disco doble y, aunque no consiguió concluirlo antes de su muerte, sí tenía una treintena de canciones prácticamente terminadas que apenas se encontraban a falta de pequeños retoques en la mezcla final. No obstante, los deseos de Elliott no se respetaron y su compañía discográfica, Dreamworks, obligó al que el álbum no contuviera más de quince canciones. Dicha mutilación fue «aprovechada» por la familia para eliminar de la selección final de canciones aquellas que contuvieran los versos más polémicos, especialmente los relacionados de forma más explícita con las drogas, el suicidio y el abuso sexual. Con todo, a nivel lírico, es el disco más doloroso de la carrera de Smith, un auténtico museo del dolor con recurrentes alusiones a la droga, la depresión, el suicidio, la soledad y el desamor. No olvidemos que, entre 2001 y su ingreso en una clínica de desintoxicación a finales de 2002, Elliott Smith tocó fondo y la mayoría de las canciones aquí incluidas datan de ese periodo, así, este disco debía haber sido una especie de exorcismo de los demonios del de Portland, que quiso exponer sus demonios con la intención de marcar un punto final a una etapa que había decidido enterrar con el peso de estas hermosas canciones. Smith pasó los últimos tres meses de su vida totalmente sobrio, ajeno a todo tipo de drogas ilegales y alejado del alcohol que lo siguió por tantos años. Quería empezar una nueva vida.

No es extraño que, a pesar de la salvaje mutilación que sufrió el proyecto original de Elliott, este «From a Basement on the Hill» sea el trabajo más oscuro y personal de su autor. Su sonido, plagado de guitarras distorsionadas alternadas con íntimos temas acústicos, resulta el más saturado y  agresivamente emocional de su discografía. Es un disco extraordinariamente bueno que fue objeto de los más alagadores comentarios de la crítica especializada. Se habló de un disco «con una impresionante coherencia interna», «un excelente catálogo de canciones de uno de los mejores compositores de esta generación», «un disco épico y claustrofóbico…, pero maravilloso».

«From a Basement on the Hill», fue el mayor éxito comercial de la carrera de Elliott Smith, alcanzando el puesto número 19 en Estados Unidos y el 41 en el Reino Unido.

El álbum arranca con la caústica «Coast to Coast» y su pesado manto de guitarras. Fantástico y roquero tema con el que Elliott rompe con su clásico sonido en esta extraordinaria canción que contiene algunos versos de Nelson Gary, amigo del músico, al que Smith le pidió ayuda con la letra. Gran forma de empezar, pero aún mejor resulta «Let’s Get Lost«. «Tuve el verdadero amor, lo hice morir, la alejé, ella dijo »por favor, quédate».  Quemando todos los puentes que he cruzado para encontrar un hermoso lugar para perderme. Bueno, no sé a dónde iré ahora y realmente no me importa quién me siga allí», canta Smith en esta hermosísima y triste canción que tendría su sitio, y con puesto de honor, en el White Album de los Beatles. Maravillosa.

Por si fuera poco con las dos primeras joyas, y aunque Elliott nunca la compuso para estar incluida en este disco, «Pretty (Ugly Before)» eleva más si cabe el nivel. Sigo diciendo que es una de las mejores canciones pop que nunca nadie haya escrito. Tan emotiva que es capaz, en sus cinco minutos de duración, de hacerte sonreír, llorar, reconciliarte con la vida y sufrir amargamente tus penas… Perfecta, de principio a fin. Es la canción por la que me enganché a Elliott Smith y sé que es ese tipo de canciones que me acompañará durante toda mi vida. Me es difícil no repetirla hasta la extenuación cada vez que la oigo.

«Don’t Go Down«, nos devuelve al Elliott más noisy, pero sólo en cuanto a producción se refiere, ya que su estupenda melodía bebe de manantiales lennonianos. En «Strung Out Again«, otra preciosa canción con una opresiva atmósfera de guitarras premeditadamente pseudo-desafinadas, Elliott escribe una de sus más duras letras: «Sólo mirándote al espejo demuestras tu valentía, conozco mi lugar, odio mi cara y sé cómo empecé y cómo voy a terminar: enganchado otra vez». Una canción aterradora y asombrosamente hermosa, probablemente escrita por Elliott en uno de sus momentos más bajos… y más inspirados.

Tras cinco canciones, ya podemos afirmar que este álbum póstumo no va a confirmar más que en octubre de 2003 se perdió a uno de los mejores escritores de canciones de todos los tiempos. Sensación ésta que «A Fond Farewell» no hace más que confirmar. Una sobresaliente canción en la que Elliott tiene un aterrador aunque esperanzador diálogo con sus demonios: «Papel de aluminio, el único dios al que quieres encontrar, un hombre moribundo en el salón…, esta no es mi vida, es una cariñosa despedida a un amigo que no consigue hacer las cosas bien. Él dijo: «sólo quiero bailar, pero el bien y el mal hacen una bonita pareja», las venas llenas de tinta, vómitos en la cocina, con la conciencia perdida, esta no es mi vida, es una cariñosa despedida a un amigo que no consigue hacer las cosas bien. He visto que decidiste abandonarme y ahora, ahí estas, frío y cómodo…, es más fácil que intentar ser un ser humano, o estar siempre drogado, o suicidarte,  que es lo único que has intentado. Eta no es mi vida, es una cariñosa despedida a un amigo que no consigue hacer las cosas bien». Sin aliento.

Tras la descarga emocional de»A Fond Farewell», «King’s Crossing» termina de machacarnos, «No puedo estar más preparado para la muerte de lo que lo estoy ahora, los fuegos artificiales de tu cabeza se lenvantan para darte conversación. Mi trabajo, que paga mis deudas, mantiene alimentado a un gordo de Beverlly Hills. Tengo una boca «heavy metal» que escupe obscenidades y así consigo mi cheque de la tesorería de la basura, lo saco todo desde mis entrañas. No me importa si  jodo todo,  tengo una cita con una rica dama blanca, ¿no es la vida maravillosa? Dame una buena razón para no hacerlo…, por eso lo hago». Por si la letra fuera poco, la música es de una brillantez sobrecogedora, sólo al alcance de uno de los mayores talentos musicales que ha conocido este mundo. Tormento convertido en pura belleza.

Tras un interludio bajo el título de «Ostrich & Chirping«, el Smith más tradicional vuelve con «Twilight» otra descarga emocional de alto tonelaje, con un kármico pasaje de teclados que consigue abstraer hasta a la más prosaica de las almas. La dulce melodía de la beatelera «A Passing Feeling» -presiosa canción en la que me tienen que jurar que no es George Harrison el que toca la guitarra- acaricia nuestros sentidos, mientras «The Last Hour» nos devuelve al Elliott de varios años atrás. Esta hermosa canción data de mediados de los 90 pero Smith se había olvidado de ella hasta que un fan se la pidió durante un concierto y decidió recuperarla para este álbum.

Unas emocionantes guitarras desafinadas nos introducen en la fantástica «Shooting Star«, otra sobresaliente canción con el fondo lírico de una muchacha con cierta tendencia al cambio de pareja («caminando por la avenida con el único objetivo de follarte a algún tipo que conozcas en el bar, llegarás la final y lo hundirás, Estrella Fugaz. Cuando me tocó a mí estaba hinchado de un orgullo, menos mal que no lo grité a los cuatro vientos, porque me dijiste que ibas en serio y llegaste hasta el final, y me hiciste llorar… Estrella Fugaz. Eres fría y distante pero eres digna de ver, todos suspiran por ti pero nadie puede tenerte porque no te arrepientes de seguir engañando. Ahora vuelvo a un lugar en donde lidiar con toda la mierda que me hiciste tragar, no será fácil, tu amor es triste, Estrella Fugaz»). Otra canción monumental.

Apenas quedan tres canciones, y la certeza de que, una vez escuchadas, no volveremos a escuchar nuevo material de semejante fenómenonresulta francamente desasosegante.  Como si Elliott fuera consciente de esta sensación, «Memory Lane» resulta refrescante con sus aires de clásico Beatle del 68. Una absoluta preciosidad.

«Little One«, es otro prodigio melódico que nos entronca con el George Harrison de 1968. Y, así, llegamos a la última canción del último disco de un maravilloso creador de melodías,  un agudo poeta, un orfebre de sentimientos…, y el título no puede ser más adecuado: «A Distorted Reality is Now a Necessity to Be Free» («una realidad distorsionada es necesaria para sentirte libre»)…, un riff quasi-garajero («Estoy flotando en un globo negro, sobredosis en la tarde de Pascua. Mi madre me dijo »cariño mantente limpio, en esto no hay medias tintas»), nos introduce en un tema que evoluciona de sonidos acústicos hacia una estupenda y oscura canción pop («Y todos, damas y caballeros,  han sido testigos o incluso han estado en medio de todo (…) Ustedes me decepcionan,  arrastran el mundo hacia adentro y el guión del diablo les vende el corazón de un pájaro negro (…) Una realidad distorsionada es ahora necesaria para ser libre. ¡Es tan decepcionante!, primero confié todo a la suerte. Dios sabe por qué mi país no me importa una mierda. Brilla sobre mi cariño, porque está lloviendo en mi corazón.»)
Un disco absolutamente brillante. Es probable que no fuera el que Elliott había pensado, pero eso no es óbice para que el álbum sea una joya atemporal. Una joya sólo al alcance de gente como el señor Smith…, sólo al alcance de genios.

VALORACIÓN GUILLETEK: 9,5/10

SMITH, Elliott. «Figure 8» (2000). ( 9/10 )

01  Son Of Sam
02  Somebody That I Used To Know
03  Junk Bond Trader
04  Everything Reminds Me Of Her
05  Everything Means Nothing To Me
06  L.A.
07  In The Lost And Found (Honky Bach)/The Roost
08  Stupidity Tries
09  Easy Way Out
10  Wouldn’t Mama Be Proud
11  Color Bars
12  Happiness/The Gondola Man
13  Pretty Mary K
14  I Better Be Quiet Now
15  Can’t Make A Sound
16  Bye
Producido por Rob Schnapf, Tom Rothrock y Elliott Smith

Con un buen puñado de canciones compuestas, Elliott grabó el disco a caballo entre los Sunset Sound Studios de Hollywood, los Sonora Studios en Los Angeles, los Capitol Studios de Hollywood y -cumpliendo un anhelado sueño del músico- en los Abbey Road Studios de Londres, el estudio de sus idolatrados Beatles. «Figure 8« salió  al mercado el 18 de abril del año 2000 mostrando, tanto en su portada como en  las fotos promocionales del álbum, a un Smith aseado y con buen aspecto. Elliott deja atrás su imagen de outsider en busca de una estética mucho más convencional… Y, en cierto modo, es lo mismo que le ocurre al disco, sin duda el más accesible de toda su carrera. Claramente enmarcable en lo mejor del power-pop, «Figure 8» pierde parte de de la melancolía y oscuridad que caracterizaban sus obras anteriores a cambio de ofrecernos  un «caleidoscopio de sonidos e instrumentos deliciosamente inteligente» tal y como dijo NME.

La música de Smith es perfectamente reconocible en este álbum, más luminoso y menos triste, sí, pero igualmente emotivo y extraordinariamente sensible. Es su disco más ambicioso y también el más lujoso, quizás provocando que sea  menos personal, aunque igualmente brillante en lo artístico. Si lo comparamos con sus primeros trabajos, es mucho más ornamentado en lo instrumental y líricamente menos duro, menos directo y con un estilo poético mucho más impresionista

El álbum cosechó, en general, buenas críticas y alcanzó el puesto 99 en la lista de ventas. Elogiado por sus complejos arreglos, se dijo de él que «Es el mejor disco de Elliott Smith hasta el momento y eso es mucho decir» (NME) y «este disco representa la progresión de un gran músico» (Spin). No obstante también fue el primero de sus trabajos en recibir críticas no unánimemente favorables.  AllMusic escribió: «Aunque es un disco bastante impresionante, está lejos de ser la obra maestra que parece pretender ser»; Pitchfork opinó, «no es tan bueno como XO o Either/Or,  aunque este tipo aún merece la pena».

Smith vuleve a hacerse cargo de todos los intrumentos y todas las voces en la mayoría de los temas del álbum, si bien, en esta ocasión cuenta con la colaboración de sus amigos Sam Coomes y Jon Brion, así como el reputado batería de sesión (Elvis Costello, Tom Waits) Pete Thomas.

El disco arranca con la prodigiosa «Son of Sam«, un tema simplemente perfecto que, desde su sobresaliente intro (con el piano que Paul McCartney para “Penny Lanne» en 1967) a su emotivo pasaje instrumental intermedio nos traslada a un mundo en el que la melodía es la reina indiscutible. Una brillante canción que, en contra de lo que se dijo , no está dedicada al asesino en serie David Berkowitz (conocido como «El Hijo de Sam» y que mató a seis personas entre 1976 y 1977).  El tema fue editado como single, acompañado de su correspondiente videoclip, pero no tuvo demasiada repercusión.

«Te vi lidiar con un día agonizante y tirar el pasado vivido lejos. Así que puedes estar segura de que tienes todo controlado, no eres más que alguien a quien yo solía conocer» canta Elliott en «Somebody That I Used To Know«, un tema heredero de los Beatles del White Album y mucho más cercano al tradicional sonido de Smith. Una canción fabulosa de principio a fin. «Junk Bond Trader» es otro fantástico tema que cuenta con el habitual batería de Elvis Costello, Pete Thomas, y con versos como «Tu mundo no es más ancho que el odio que le tienes a él. Investigando una pequeña realidad aburrida, como una droga que tomas con demasiada frecuencia«, que  muestran que el nivel lírico de Smith está a la misma estatura que su estratosférico talento musical.

Con «Everything Reminds Me Of Her» volvemos al bucólico sonido acústico tradicional del de Portland, con una canción impregnada de la melancolía por la pérdida del amor perdido y que sirve de perfecto preparatorio para la sublime «Everything Means Nothing To Me«, uno de los momentos álgidos del disco. Sus primorosos arreglos de cuerdas, su deliciosa construcción musical y su alto grado de emotividad la convierten en uno de esos temas a los que recurrentemente volver cuando se necesita una dosis de belleza. Mención aparte merece su letra de la que me niego a tocar un solo verso: » Alguien encontró al futuro como una estatua en una fuente, firme como un soldado, mirando hacia atrás a un charco de agua que desea que un pájaro cantor azul, melancólico, se mantenga en su hombro cantando sobre todas las cosas. Todo significa nada para mí. Escogí la canción y encontré mi retrato en el papel y su reflejo en el agua mostraba un hombre de hierro aún intentando saludar a la gente de una época en la que él era todo lo que debía ser. Todo significa nada para mí». Inconmensurable canción en la que vuelve a tener mucho protagonismo el piano Beatle de 1967.

«L.A.» nos devuelve al nuevo Elliott eléctrico cantando sobre su nueva ciudad de residencia, mientras en «In The Lost And Found (Honky Bach)/The Roost» vuelve a hacer uso del piano de McCartney para volver a regalarnos otro temazo que supura influencias de los 4-fab por los cuatro costados y acaba fusionándose con la evocadora «The Roost».

Tiempo para otro de los momentazos de disco, «Stupidity Tries«, una enorme canción en la que Elliott se disfraza del Lennon de principios de los 70 para construir un monumento al gusto. Decir que es una buena canción es quedarse muy corto, es una obra de arte sólo al alcance de un auténtico genio…, un genio que también puede escribir preciosidades minimalistas como «Easy Way Out» que definitivamente, y tras nueve canciones, nos deja a las claras que estamos ante un disco estupendo

«Wouldn’t Mama Be Proud» es una versión eléctrica de un tema que Elliott ya tocaba en sus conciertos hacía un año. Otra buena canción, aunque no tanto como «Color Bars«, otra joyita oculta interpretada y arreglada con la exquisitez exhibida a lo largo de todo el disco. «Happiness/The Gondola Man» es otro de los highlights del disco. Un tema pop absolutamente redondo que fue editado como single y que cuenta con Jon Brion a los coros. Otra maravilla…, y van 12.
La recta final arranca con  otros dos temazos: «Pretty Mary K» y la preciosa e impresionante «I Better Be Quiet Now«, y concluye con «Can’t Make A Sound» («Me he convertido en una película muda y el héroe asesinó al payaso sin poder hacer un sólo sonido. Nadie sabe lo que él anda haciendo, sigue desperdiciando el tiempo sin poder hacer un sólo sonido») y el minimalismo instrumental de «Bye«.

Y así concluye el disco más accesible de la carrera de Smith. Independientemente de su potencial comercial, es un disco extraordinariamente bueno y que, tras «Either/Or» y «XO», suponen la absoluta confirmación de Elliott Smith como uno de los mejores creadores de canciones de los últimos tiempos.

VALORACIÓN GUILLETEK: 9/10

SMITH, Elliott: «XO» (1998). ( 9,5/10 )

  1. Sweet Adeline
  2. Tomorrow Tomorrow
  3. Waltz #2 (Xo)
  4. Baby Britain
  5. Pitseleh
  6. Independence Day
  7. Bled White
  8. Waltz #1
  9. Amity
  10. Oh Well, Okay
  11. Bottle up and Explode!
  12. A Question Mark
  13. Everybody Cares, Everybody Understands
  14. I Didn’t Understand

Producido por Rob Schnapf y Tom Rothrock

Dispuesto a grabar su primer álbum con una multinacional, Elliott Smith abandonó la autoproducción y contó con Rob Schnapf y Tom Rothrock, que ya le ayudaron en la mezcla de «Either/Or». De igual forma, aunque sigue tocando la inmensa mayoría de los instrumentos del álbum, solicitó la colaboración de músicos como Joey Waronker (Beck, The Smashing Pumpkins) y el multinstrumentista Jon Brion.

«XO», editado por Dreamworks» en agosto de 1998, debe su título a un tratamiento coloquial de «kisses and hugs» («besos y abrazos»), una muy americana manera de despedir una carta. Estamos ante un disco mucho más lujoso que sus predecesores y en el que, su autor, despliega con maestría todo su buen hacer melódico y lírico. La primera diferencia notable es que «XO», a diferencia de los discos anteriores, es un álbum de banda… Una banda de un solo miembro que toca todos los instrumentos, y que cambia sensiblemente la emotividad de un sonido antes impregnado de melancolía y que -ahora- explota cientos de ambientes y matices.  Incluso a nivel lírico, la pretérita y bella melancolía de antaño se ve acompañada de pinceladas de furia, amor e incluso alegría, creando un mix de emociones realmente interesante. Elliott cuenta con mejores medios, pero sigue siendo él.

El disco arranca con «Sweet Adeline«, una canción que ilustra como ninguna el cambio del sonido de Elliott Smith. Su inicio acústico no hubiera desentonado en ninguno de sus tres discos anteriores…, pero entonces llega ese enrevesado estribillo y Smith se muestra brillante al bajo, la batería, el piano, las armonías… ¿Quién quiere una banda sabiendo tocar todo así? Espectacular.

«Tomorrow, Tomorrow» vuelve a desempolvar el sonido acústico con no disimuladas reminiscencias del «Álbum Blanco» de los Beatles, antes de llegar al primer momento álgido del disco: «Waltz #2 (Xo)«, un soberbio vals que suena a clásico de todos los tiempos. Una canción absolutamente imprescindible con versos impregnados de la melancolía que sólo puede provocar el desamor. El protagonista de la canción observa pasar ante él a su antiguo amor, ahora casada con otro («Ese es el hombre con el que ella está casada, esa es la chica con la que él recorre la ciudad. Ella parece serena, lo está, supongo pero ¿quién puede decirlo de verdad? Ella no muestra ni un poco de emoción, mirando al vacío, como una muñeca de porcelana muerta«), ¿quién no ha cantado en secreto versos parecidos a los que Smith utiliza en el desgarrado estribillo de esta canción?, «Ya nunca te voy a conocer pero de todos modos siempre te querré»?. Joya.

Tras la intensidad emocional de «Waltz#2»,  la poppie «Baby Britain» relaja el ambiente, una maravilla pop que Paul McCartney no hubiera rehusado firmar. Una canción perfecta que, además, se encuentra escoltada por la anteriormente citada «Waltz#2» y la también estupenda «Pitseleh«, otra preciosidad acústica con una letra que simplemente te desarma, «no soy lo que necesitas ahora a tu vida, nunca podría ser las pieza que falta en tu rompecabezas. Dicen que Dios pone pruebas sólo para ver lo que puedes soportar antes de que hagas lo que el diablo quiere, nadie merece esto. La primera vez que te vi supe que esto no iba a durar, no soy ni la mitad de lo que quisiera ser. Me odio por ello y creo que no se me pasará el enfado, fui una mala noticias para tí pero nunca quise dañarte».

«Independence Day» es otro de los momentazos del disco. Incomprensiblemente no editada como single, es verosímil imaginar que hubiera podido tener éxito de haberlo sido. Fantástico medio tiempo que sigue mostrándonos el magisterio de Smith en el manejo de la melodía y que, tras seis canciones, nos permite  afirmar que estamos ante un discazo. Sensación que se acrecienta, si cabe, tras escuchar la inconmensurable «Bled White«, la canción más alegre del CD y en la que Joey Waronker se incorpora a los tambores. Otra enorme canción pop por la que tengo absoluta debilidad

La dulce y sosegada»Waltz #1» es otra joya, mucho menos convencional en su línea melódica pero igualmente sobrecogedora, mientras «Amity» es en -contraste- la canción más potente del álbum y probablemente la menos inspirada. El nivel estratosférico retorna con la lennoniana «Oh Well, Okay«, otra perla en la que Elliott se atreve con arreglos clásicos y guitarras slide que acerca la canción mucho a los sonidos de George Harrison en solitario. Soberbia música y magnífica letra: «Aquí está la silueta, el rostro siempre esquivo y el color sangrante oscurecido, muriendo como muere un día. No puedo entender lo que te hizo tan infeliz (…) Si te entra algún sentimiento la próxima vez que me veas hazme un favor y házmelo saber, porque es difícil de contar, es difícil de decir. Oh, bueno, está bien…»

Y llegamos a otra de mis debilidades, «Bottle up and Explode!«, un fabuloso medio tiempo de gran intensidad emocional (el puente al estribillo pone los pelos como escarpias). Una canción monumental que queda unida, a través de un fragmento de saxo con el siguiente tema: «A Question Mark«.  Estamos casi en el final y el tío Elliott saca la artillería. «Everybody Cares, Everybody Understands» es una fabulosa canción que Smith había compuesto años antes (incluso previa a Heatmiser) en su mejor tradición acústica. Pero, de repente, los últimos dos minutos se concierten en un imaginativo pasaje instrumental que no hubiera desentonado en «Abbey Road»  («Todo el mundo se preocupa, todo el mundo comprende,  todo el mundo se preocupa por ti, quieras o no quieras. Es un abrazo químico que te patea en la cara con una pura simpatía sintética que te enfurece totalmente (…) Aquí estoy soñando mirando el sol brillante, la lluvia es la luz que guía a todo el mundo. Dices que tienes buenas intenciones, pero no sabes de qué hablas, maldición, deberías permanecer en el infierno lejos de las cosas de las que no sabes nada»). Brutal.

Y entonces llega «I Didn’t Understand«, sencillamente una de las cosas más bonitas que jamás he oído. Como si de el mejor Brian Wilson se tratase, Elliott se atreve con un a capella (se dobla la voz varias veces) para construir una canción preciosa plena de efectivos juegos vocales. No desentonaría y, por qué no decirlo, hasta mejoraría «Pet Sounds». No deja de ser curioso que el propio Smith negara la influencia de los Beach Boys al preguntarle sobre esta canción, cuando, voluntaria o no, es más que obvia. Lo que está claro es que es una maravilla que sirve de perfecto colofón a un disco espectacular.

«XO» fue el primer disco que Elliott Smith editó siendo un personaje famoso.  Su nominación a los Óscar le dotó de un estatus que provocó que su nuevo trabajo fuera juzgado con mayor celo. La crítica recibió muy bien el disco y, aunque Smith declaró en una entrevisto que nunca leía las críticas por miedo de que le afectaran a la hora de escribir canciones, en esta ocasión le hubieran servido para aumentar su autoestima y darle confianza. Allmusic hablo de «gloriosa demostración de talento con hermosas y oscuras melodías arregladas con todo lujo de detalles», la revista Spin le puso un «10» y elogió su capacidad de hacer «dulce la tristeza» y Pitchfork habló de «inigualable maestría en el manejo de las estructuras pop» . Para mí, su mejor disco y que, además,  alcanzó la posición 104 en listas y vendió unas 400.000 copias (más del doble que sus dos trabajos  con Kill Rock Stars), siendo el mayor éxito en ventas de toda su carrera.

VALORACIÓN GUILLETEK: 9,5 / 10

SMITH, Elliott: «Either/Or» (1997). (9,5/10)

  1. Speed Trials
  2. Alameda
  3. Ballad of Big Nothing
  4. Between the Bars
  5. Pictures of Me
  6. No Name No.5
  7. Rose Parade
  8. Punch and July
  9. Angeles
  10. Cupid’s Trick
  11. 2:45am
  12. Say Yes

Producido por Elliott Smith

Editado el 25 de febrero de 1997 de nuevo en el sello Kill Rock Stars, el disco tomó el nombre del libro de Kierkegaard del mismo título: «Either/Or» (traducido al castellano como «O lo uno o lo otro»). A pesar de sus intencionados aires lo-fi, es un disco muy trabajado en cuanto a texturas y ambientes y supuso un duro reto para Smith no sólo como compositor, multinstrumentista y cantante, sino también como productor. El propio autor reconoce haber escrito y grabado más de 30 canciones antes de decidirse por la docena de maravillas que componen este fabuloso álbum.

Las influencias de los Beatles son más obvias que nunca y , si bien las letras siguen siendo fundamentales, es un disco mucho más musical. El mimo por la melodía se aprecia en el tratamiento que cada nota recibe a lo largo de las 12 canciones. Elliott se arroja definitivamente en manos del pop y, en cierta manera, se aleja de las maravillosas letanías acústicas de sus dos trabajos anteriores. Las letras no contienen tantas referencias a las drogas, si bien se sigue intuyendo un Elliott desesperado y trágicamente enamorado de su novia con la que, por cierto, había roto su relación temporalmente.

El disco arranca con «Speed Trials«, la primera joya. Un siniestro riff de guitarra nos lleva hasta la susurrante y temblorosa voz de Elliott acompañado de apenas de una guitarra y de una caja. La voz de Elliott transmite una emoción difícil de conseguir en apenas tres minutos de versos, como es habitual, brillantes («Pequeño niño, ¿qué te hace pensar que eres fuerte? Crees que estás por encima de toda esa gente pero ellos saben qué es lo que pasa. Eres como un pinball, y tú sabes que es cierto, siempre existe algo a lo que vuelves corriendo para seguir la senda de la no resistencia. Es sólo una breve sonrisa cruzándote la cara haciendo pruebas de velocidad, mientras permaneces en tu lugar»). Mejor aún es la maravillosa «Alameda«, una canción extraordinaria en la que Smith empieza a lucirse con las segundas voces a través de una melodía absolutamente cautivadora con reminiscencias de la mejor tradición acústica. Un temazo en toda regla.

«Ballad Of Big Nothing» nos muestra al Smith más pop, desde su magnífica intro de acústica a su sonido de banda (recordemos que Elliott toda todo), pasando -cómo no- por su fantástica melodía, posiblemente el tema más comercial del álbum y todo un revival de los entramados melódicos de Alex Chilton y sus Big Star. Las palabras se quedan cortas cuando llegamos a «Between The Bars«, una joya atemporal que no debería faltar en la discoteca de nadie que sepa apreciar cómo la melaconlía puede convertirse en una melodía maravillosa, especialmente si se acompaña con una letra a la altura («Apura el trago, cariño, quédate despierta toda la noche, las cosas que pudiste hacer, que no harás aunque podrías, el potencial que llegarás a tener pero que nunca verás, las promesas que tan sólo tú harás. Bebe conmigo ahora y olvídate de todo, de la presión de los días. Haz lo que te digo y te haré sentir bien, me llevaré las imágenes pegadas en tu cabeza. Las personas que tú has sido antes ya no están por aquí, nunca más. Presionan y empujan y  no cederán a tu voluntad, pero yo las mantendré quietas. Termina de beber todo, cariño, mira a las estrellas. Te besaré otra vez, entre los bares, donde te estoy viendo, con tus manos en el aire esperando a finalmente ser atrapadas.  Bebe una vez más y te haré mía. Te mantendré aparte, en lo profundo de mi corazón, separado del resto, donde me gustas más y mantengo las cosas que ya olvidaste.»). Una canción imprescindible, sin más.

Llevamos cuatro canciones, las cuatro son fabulosas y  «Pictures Of Me«, desde luego, no baja el nivel, sino todo lo contrario. La canción más poppie del disco es sencillamente buenísima. El trabajo instrumental de Smith es excepcional, así como su trabajo vocal y su ácida letra. Una enorme canción que ya nos indica que, definitivamente, estamos ante un disco inolvidable. «No Name #5«, la siguiente canción, es probablemente la canción más depresiva del disco. Con un aire que recuerda a las composiciones hindúes de George Harrison, Smith construye un opresivo ambiente acústico al que se van añadiendo instrumentos. Buena canción aunque, quizás, no al excelso nivel de las anteriores. Nivelazo que volvemos a recuperar con «Rose Parade«, otro monumento al pop acústico.

A pesar de que Elliott nunca ha nombrado a los Beach Boys entre sus influencias, nadie lo diría tras escuchar «Punch and Judy«, la más wilsoniana de las canciones del disco y otra fantástica muestra de orfebrería pop. «Angeles» es simplemente perfecta y no hubiera desentonado, y esto es mucho decir, en un disco de los Beatles… ni de Simon & Grafunkel. «Todos tus deseos secretos pueden ahora mismo hacerse realidad y estar para siempre con mis brazos envenenados rodeándote. Nadie nos va a tomar por tontos, un gusto conocerte, Ángeles» canta un inspiradísimo Smith. Maravillosa.

«Cupid’s Trick»  es quizás la más moderna de las composiciones del disco y en la que Smith más se aleja de sus referentes clásicos y, sin  ser -ni mucho menos- una mala canción, me parece el tema más flojo del álbum. «2:45 AM» nos devuelve al Elliott acústico y al letrista brillante («Son las 2:45 de la mañana, y me estoy poniendo una advertencia para despertar en un lugar ignoto con un recuerdo que has medio borrado, buscando los brazos de alguien para que module los daños pasados»). Sencilla pero efectiva, aunque tampoco es de lo mejor del disco.

Este excelente álbum concluye con «Say Yes«, una canción que, de nuevo, cabría en varios álbumes de los Beatles. Enorme y sorprendentemente alegre canción que rezuma aires de clásico por los cuatro costados. Es una canción sencillamente deliciosa, con la mejor letra que me he echado a la cara en años: «Estoy enamorado del mundo a través de los ojos de una chica que sigue aquí la mañana siguiente. Terminamos hace un mes y maduré, y no sabía que me quedaría la mañana siguiente. (…) Las situaciones se joden y dan un giro tarde o temprano. Podría ser otro tonto o una excepción a la regla. Ya me lo dirás a la mañana siguiente (…) Ella decidirá lo que quiere, probablemente seré el último en saberlo. Nadie dirá nada hasta que sea patente, o te quieren o no, dí que sí…»

Estamos ante un disco que roza la perfección. Soberbias canciones, tan cálidas en cuanto a melodías y arreglos como crudas en lo lírico. Tenemos no menos de 4 ó 5 canciones que figuran entre lo mejor que se editó en toda la década del los 90. Smith brilla como productor, arreglista, instrumentista, cantante, escritor, compositor… No sería capaz de destacar una faceta sobre otras. Un disco Imprescindible para cualquier oído sensible a la belleza.

VALORACIÓN GUILLETEK: 9,5 / 10

ELLIOTT SMITH: “Elliott Smith” (1995) ( 7,5 / 10 )

«ELLIOTT SMITH«

(1995)

«Needle In The Hay»
«Christian Brothers»
«Clementine»
«Southern Belle»
«Single File»
«Coming Up Roses»
«Satellite»
«Alphabet Town»
«St. Ides Heaven»
«Good To Go»
«The White Lady Loves You More»
«The Biggest Lie»
Elliott grabó el que sería su segundo trabajo entre enero y febrero de 1995, en casa de unos amigos. Sólo dos canciones («Needle In The Hay» y «Alphabet Town»), pertenecen a sesiones previas, concretamente de septiembre de 1994. Smith vuelve a apostar por un sonido lo-fi y absolutamente acústico, aunque se aprecia mucho mayor aprecio por el detalle. A diferencia de lo que ocurrió con «Roman Candle», este álbum está concebido para editarse y no como una demo casera, por mucho que los medios técnicos no fueran muy diferentes. Una vez más Elliott opta, como el auténtico Juan Palomo que siempre fue, por componer, tocar y cantar todo lo que aparece en el disco. Sólo su compañero de Heatmiser Neil Gust toca un arreglo de guitarra eléctrica en «Single File» y su amiga Rebecca Gates, vocalista de The Spinanes, cantó los coros en la maravillosa «St. Ides Heaven».
En las letras del álbum hay varias y repetidas alusiones a las drogas y a las dependencia de las mismas. Smith ya era por entonces un consumidor habitual, pero aclaró que «no era un disco sobre drogas, pero las usé como vehículo para hablar de la dependencia y de la falta de auto suficiencia. Podría haber utilizado el amor como vehículo para hablar de lo mismo, pero no me apetecía hacerlo así. Tenía claro lo que quería hacer y lo hice, sin importarme demasiado qué iban a pensar los demás…, pero al final la gente interpretó las letras de forma muy superficial, sólo querían saber por qué hablaba tanto de la heroína».
El disco arranca con la brillante y turbadora «Needle in The Hay» en la que, a través de una inspirada melodía, Elliott apenas susurra versos tan bellos como duros («No puedo superarme y no quiero hablar, estoy tomando la «cura» para poder estar tranquilo en el momento que quiera. Así que déjenme en paz»), que ciertamente desasosiegan tanto como invitan a oírla de nuevo. Fantástica.
«Christian Brothers» es menos visceral en lo musical pero igualmente dura en lo lírico. Elliott entona esta de nuevo melancólica canción a su marca preferida de coñac («Los malos sueños no van a darme órdenes, Christian Brothers los espantará…, pero no puede ayudarme a olvidarte (…) Las pesadillas se han convertido en mí, está jodidamente claro») en la que, además, empieza a dar muestra de su buen hacer a las baquetas.
El buen (excelente) nivel se mantiene, si es que no se eleva, con la preciosa «Clementine«, de sonoridades de nuevo muy beatles-white album, y «Southern Belle«. Ambas fantásticas que  nos preparan para el bofetón emocional que supone «Single File» («Aquí haciendo cola donde la mierda estúpida colisiona con moribundas estrellas fugaces, todo lo que tenemos que mostrar es el mismo tipo de cicatriz  al observarte, todo lo que veo es que estás esperando algo. Fila india, eres una carretera criminal. Niño idiota, tu brazo tiene una muerte dentro») que nos presenta a un desesperado Elliott haciendo fila ante la puerta de su camello habitual.
«Coming Up Roses» mantiene la línea de intensidad melódica y lírica de su antecesora. No deja de sorprender el dramatismo que Smith consigue con tan precaria instrumentación en esta canción con la que, además, protagonizó su primer videoclip. Una vez más, la letra es simplememte demoledora («Soy un vertedero lleno de falsos comienzos y no necesito tu permiso para sepultar mi amor bajo esta bombilla desnuda»)
«Satellite» y «Alphabet Town» son otros dos bellos ejercicios de minimalismo acústico que nos preparan para otro  de los puntos álgidos del álbum: «St. Ides Heaven«. Elliott utiliza el nombre de una marca de cerveza de malta (St.Ides) para escribir una canción simplemente maravillosa en los musical, con los Beatles de nuevo ejerciendo de pertinentes musas, y con una letra que desarma a cualquiera («Todo está exactamente bien  cuando ando por aquí, ebrio, todas las noches con un recipiente abierto del 7-Elevenen el cielo de St. Ides. He estado rondando por el vecindario y todos pueden ver que no soy bueno cuando camino entre autos estacionados  con mi cabeza llena de estrellas. Hasta arriba de anfetaminas, la luna es una bombilla quebrándose que andará por ahí con alguien pero no volverá de viajar por nadie. Crees que conoces lo que me arruina, que quiero esas cosas que nunca podrías permitir. Me ves sonreír, crees que es el ceño fruncido en un rostro invertido. Porque todos son unos putos expertos y todos tienen respuestas de los problemas que conocen, y todos ellos tienen que decir qué debes hacer y qué no…aunque no tengan ni idea»). A estas alturas del disco, Elliott ya aparece ante nosotros desnudo, compartiendo su amargura y su extraordinaria sensibilidad con una belleza pasmosa.
«Good To Go» es otra preciosidad melódica con Elliott y sus voces como únicos compañeros, como ocurre con la tremebunda «The White Lady Loves You More«, otra de las mejores canciones del álbum. Tras tanta intensidad, Elliott relaja el ambiente con la dulce y preciosa melodía de «The Biggest Lie«, una canción absolutamente enorme que sirve para despedir un muy buen álbum que, en muchos sentidos, es el  debut de Smith (no olvidemos que «Roman Candle» es una colección de maquetas y que nunca fue concebido como álbum). La crítica recibió bien el disco apreciando su sensibilidad y sus «brillantes progresiones de acordes«. No es un disco fácil ni inmediato, y la mayoría de las canciones crecen con las sucesivas escuchas, acabando convirtiéndose en imprescindibles compañeras de tardes solitarias.

VALORACIÓN GUILLETEK: 7,5 / 10

ELLIOTT SMITH: «Roman Candle» (1994) ( 7,5/10 )

ROMAN CANDLE

(1994)

1. Roman Candle
2. Condor Ave.
3. No Name # 1
4. No Name # 2
5. No Name # 3
6. Drive All Over Town
7. No Name # 4
8. Last Call
9. Kiwi Maddog 20/20

Elliott Smith estaba frustrado en su banda, Heatmiser. El estilo y el sonido del grupo estaba alejado del tipo de canciones que él componía. Así que Elliott se dedicaba a hacer su demos en casa, en su cuatro pistas, con su guitarra… Hasta que un día, su novia, que además era la manager de Heatmiser, envió una de esas cintas a Christopher Cooper de la discográfica Cavity Search Records. A los pocos días, Elliott recibió una llamada que le pilló por sorpresa: la discográfica quería editar las cintas como álbum, tal como estaban… y accedió, Elliott Smith iba a editar su primer disco.

Elliott toca los (pocos) instrumentos que aparecen en el disco, salvo el tambor en «No name #1» y «Kiwi Maddog», y también hace todas las voces. Es un disco absolutamente lo-fi, como no podría ser de otra forma dado que nunca estuvo pensado para ser editado sino como demo casera (muchas canciones no tienen ni título). «No podía sacar esas canciones de mi cabeza, ponía la cinta continuamente… esas letras…, había que dejarlas como estaban…, en crudo», recuerda Christopher Cooper de la discográfica Cavity Search Records, la persona que tomó la decisión de editar un disco grabado en un cuatro pistas por un desconocido en el sótano de su casa.

El disco se abre con la canción que le da título «Roman Candle» (enlace), un amargo tema dedicado a su padrastro («Hacía el papel de sí mismo /no necesitaba que le hiciera daño / él podía estar tranquilo / y ser cruel contigo y conmigo /sabía que le toleraríamos todo / Quiero hacerle daño / quiero causarle dolor») en el que Elliott inagura lo que será su seña de identidad, melodías delicadas con un tratamiento más bien clásico y unas letras duras. El siguiente tema, «Condor Ave» (enlace), lo compuso con 16 años y «apesta» (en el mejor de los sentidos) al «White Album» de los Beatles… su disco de cabecera; algo parecido a lo que le ocurre a la fantástica y melódica «No name #1″ (enlace), muy influenciada por los de Liverpool del 68 y bonita a más no poder. En ambas canciones (y en varias del álbum y de su discografía), Elliott dobla su propia voz principal en busca de una sonoridad diferente reproduciendo una técnica que los Beatles utilizaron hasta la saciedad. La siguiente canción sin título, «No name #2» (enlace), se adentra más en terrenos folk y vuelve a ser un ejercicio musical maravilloso aunque no al nivel de «No name #3» (enlace), lo mejor del disco junto a la annteriormente citada «No name #1» . Una canción fantástica:

«El día que se va, observado,
sonrojándose en el cielo
Todos están tensos
Entonces, vamos noche…

Todos se han ido
Hogar hacia el olvido

Sé que no somos
ilegítimos
en nuestro oído
Entonces vamos
Entonces, vamos noche…»

«Drive all over town» (enlace) es quizás en la que más se nota que el disco no es un producto terminado y no es de los momentos álgidos del álbum sin ser, ni mucho menos, una mala canción. «No name #4» (enlace) recupera el buen tono y los aires folk-whitealbumeros. La enorme «Last Call» (enlace), es la canción más trabajada del álbum con sus excelentes armonías y unas guitarras eléctricas en disonancia de sus aires country. El disco se cierra con la instrumental «Kiwi Maddog 20/20» (enlace), perfecta banda sonora para momentos no tan perfectos.

Editado en plena época de la distorsión, un disco acústico casero era una apuesta suicida, «creía que me cortarían la cabeza en cuanto se publicase el álbum, porque en aquel entonces eso era totalmente contrario a lo grunge que era tan popular. […] La cuestión es que el álbum fue muy bien recibido, lo cual fue una absoluta sorpresa, y, desgraciadamente, inmediatamente eclipsó a Heatmiser». El disco fue muy bien acogido en los circuitos underground y, aún hoy en día, muchos de sus fans defienden que es su mejor trabajo basándose en la autenticidad del sonido que Elliott propone.

En mi opinión, siendo, que lo es,  un buen trabajo, está muy lejos de las maravillas que Smith nos regalaría en años sucesivos.

VALORACIÓN GUILLETEK: 7,5 / 10