«ELLIOTT SMITH«
(1995)
«Needle In The Hay»
«Christian Brothers»
«Clementine»
«Southern Belle»
«Single File»
«Coming Up Roses»
«Satellite»
«Alphabet Town»
«St. Ides Heaven»
«Good To Go»
«The White Lady Loves You More»
«The Biggest Lie»
«Christian Brothers»
«Clementine»
«Southern Belle»
«Single File»
«Coming Up Roses»
«Satellite»
«Alphabet Town»
«St. Ides Heaven»
«Good To Go»
«The White Lady Loves You More»
«The Biggest Lie»
Elliott grabó el que sería su segundo trabajo entre enero y febrero de 1995, en casa de unos amigos. Sólo dos canciones («Needle In The Hay» y «Alphabet Town»), pertenecen a sesiones previas, concretamente de septiembre de 1994. Smith vuelve a apostar por un sonido lo-fi y absolutamente acústico, aunque se aprecia mucho mayor aprecio por el detalle. A diferencia de lo que ocurrió con «Roman Candle», este álbum está concebido para editarse y no como una demo casera, por mucho que los medios técnicos no fueran muy diferentes. Una vez más Elliott opta, como el auténtico Juan Palomo que siempre fue, por componer, tocar y cantar todo lo que aparece en el disco. Sólo su compañero de Heatmiser Neil Gust toca un arreglo de guitarra eléctrica en «Single File» y su amiga Rebecca Gates, vocalista de The Spinanes, cantó los coros en la maravillosa «St. Ides Heaven».
En las letras del álbum hay varias y repetidas alusiones a las drogas y a las dependencia de las mismas. Smith ya era por entonces un consumidor habitual, pero aclaró que «no era un disco sobre drogas, pero las usé como vehículo para hablar de la dependencia y de la falta de auto suficiencia. Podría haber utilizado el amor como vehículo para hablar de lo mismo, pero no me apetecía hacerlo así. Tenía claro lo que quería hacer y lo hice, sin importarme demasiado qué iban a pensar los demás…, pero al final la gente interpretó las letras de forma muy superficial, sólo querían saber por qué hablaba tanto de la heroína».
El disco arranca con la brillante y turbadora «Needle in The Hay» en la que, a través de una inspirada melodía, Elliott apenas susurra versos tan bellos como duros («No puedo superarme y no quiero hablar, estoy tomando la «cura» para poder estar tranquilo en el momento que quiera. Así que déjenme en paz»), que ciertamente desasosiegan tanto como invitan a oírla de nuevo. Fantástica.
«Christian Brothers» es menos visceral en lo musical pero igualmente dura en lo lírico. Elliott entona esta de nuevo melancólica canción a su marca preferida de coñac («Los malos sueños no van a darme órdenes, Christian Brothers los espantará…, pero no puede ayudarme a olvidarte (…) Las pesadillas se han convertido en mí, está jodidamente claro») en la que, además, empieza a dar muestra de su buen hacer a las baquetas.
El buen (excelente) nivel se mantiene, si es que no se eleva, con la preciosa «Clementine«, de sonoridades de nuevo muy beatles-white album, y «Southern Belle«. Ambas fantásticas que nos preparan para el bofetón emocional que supone «Single File» («Aquí haciendo cola donde la mierda estúpida colisiona con moribundas estrellas fugaces, todo lo que tenemos que mostrar es el mismo tipo de cicatriz al observarte, todo lo que veo es que estás esperando algo. Fila india, eres una carretera criminal. Niño idiota, tu brazo tiene una muerte dentro») que nos presenta a un desesperado Elliott haciendo fila ante la puerta de su camello habitual.
«Coming Up Roses» mantiene la línea de intensidad melódica y lírica de su antecesora. No deja de sorprender el dramatismo que Smith consigue con tan precaria instrumentación en esta canción con la que, además, protagonizó su primer videoclip. Una vez más, la letra es simplememte demoledora («Soy un vertedero lleno de falsos comienzos y no necesito tu permiso para sepultar mi amor bajo esta bombilla desnuda»)
«Satellite» y «Alphabet Town» son otros dos bellos ejercicios de minimalismo acústico que nos preparan para otro de los puntos álgidos del álbum: «St. Ides Heaven«. Elliott utiliza el nombre de una marca de cerveza de malta (St.Ides) para escribir una canción simplemente maravillosa en los musical, con los Beatles de nuevo ejerciendo de pertinentes musas, y con una letra que desarma a cualquiera («Todo está exactamente bien cuando ando por aquí, ebrio, todas las noches con un recipiente abierto del 7-Elevenen el cielo de St. Ides. He estado rondando por el vecindario y todos pueden ver que no soy bueno cuando camino entre autos estacionados con mi cabeza llena de estrellas. Hasta arriba de anfetaminas, la luna es una bombilla quebrándose que andará por ahí con alguien pero no volverá de viajar por nadie. Crees que conoces lo que me arruina, que quiero esas cosas que nunca podrías permitir. Me ves sonreír, crees que es el ceño fruncido en un rostro invertido. Porque todos son unos putos expertos y todos tienen respuestas de los problemas que conocen, y todos ellos tienen que decir qué debes hacer y qué no…aunque no tengan ni idea»). A estas alturas del disco, Elliott ya aparece ante nosotros desnudo, compartiendo su amargura y su extraordinaria sensibilidad con una belleza pasmosa.
«Good To Go» es otra preciosidad melódica con Elliott y sus voces como únicos compañeros, como ocurre con la tremebunda «The White Lady Loves You More«, otra de las mejores canciones del álbum. Tras tanta intensidad, Elliott relaja el ambiente con la dulce y preciosa melodía de «The Biggest Lie«, una canción absolutamente enorme que sirve para despedir un muy buen álbum que, en muchos sentidos, es el debut de Smith (no olvidemos que «Roman Candle» es una colección de maquetas y que nunca fue concebido como álbum). La crítica recibió bien el disco apreciando su sensibilidad y sus «brillantes progresiones de acordes«. No es un disco fácil ni inmediato, y la mayoría de las canciones crecen con las sucesivas escuchas, acabando convirtiéndose en imprescindibles compañeras de tardes solitarias.
VALORACIÓN GUILLETEK: 7,5 / 10