BLUR: «The Magic Whip» (2015) (8,5/10)

  1. «Lonesome Street»
    2. «New World Towers»
    3. «Go Out»
    4. «Ice Cream Man»
    5. «Thought I Was a Spaceman»
    6. «I Broadcast»
    7. «My Terracotta Heart»
    8. «There are Too Many of Us»
    9. «Ghost Ship»
    10. «Pyongyang»
    11. «Ong Ong»
    12. «Mirror Ball»

Tras la edición del disco en solitario de Damon, los rumores de un nuevo disco de la banda se acrecentaron, si bien Damon se encargó de enfriar el ambiente declarando que era una «remota posibilidad». Lo cierto es que, en la primavera de 2013 y a causa de la suspensión de unos conciertos de su gira asiática, el grupo alquiló durante cinco días los estudios Avon de Kowloon en Hong Kong y grabaron bastante material. Fueron sesiones sin presión, muy libres, una especie de macro jam-session en la que el grupo trabajo sobre el material que el incansable Albarn tenía compuesto a medio terminar.

Fueron sesiones «relajadas y divertidas», si bien en primera instancia el grupo no consideró de forma seria hacer nada con las canciones allí grabadas. «Creo que debido a que ya habíamos hecho algunos conciertos juntos y nos acostumbramos a tocar juntos de nuevo no había esa sensación de presión de tener que ir al estudio un día concreto con tal productor u otro para intentar componer tu single de regreso. En realidad fue ‘¡vamos al estudio y nos ponemos a tocar! Siendo honesto, realmente no había nada más que hacer después de haber estado de compras», bromeaba Alex James al respecto. De hecho, concluida la gira, cada miembro del grupo continuó con su vida.

Fue Graham quien tuvo claro que entre ese material «había más que suficiente para un muy buen disco» y, ni corto ni perezoso, decidió llamar al inefable Stephen Street, el que fuera productor de la época dorada del grupo y con quien no trabajaban como banda desde el fantástico «Blur» de 1997.

Coxon y Street trabajaron intensamente sobre el material grabado en aquellos cinco días y, una vez vieron que el resultado comenzaba a tener buena pinta, llamaron a Albarn que acababa de terminar su gira de presentación de «Everyday Robots», su disco en solitario. Damon no tardó en contagiarse del entusiasmo de Graham…, tan pronto como escuchó los aún esbozos de las canciones. Albarn se puso a escribir letras, terminar melodías, añadir partes vocales. «Cada vez estaba más entusiasmado por cómo sonaba», recuerda el propio músico.

Mientras, el resto del mundo permanecía ajeno a todas estas maquinaciones, hasta que en febrero de 2015, de forma absolutamente sorpresiva el grupo anunció la publicación de su nuevo disco el día 27 de abril del mismo año. Su título sería «The Magic Whip». «Hemos hecho un nuevo álbum», dijo Albarn en la rueda de prensa en la que el grupo presentó su nuevo trabajo, «es un álbum muy urbano. Es muy, muy bonito tener algo en nuestras manos de lo que podemos estar orgullosos».

Blur había vuelto, ya era oficial. Las primeras críticas fueron unánimemente favorables. El Telegraph lo puntuó con cinco estrellas en una crítica que tituló «Un retorno triunfante»; RollingStone se quedó en las cuatro estrellas y afirmaba que «Blur ha vuelto y tienen inspiración para repartir…». La nota media del disco extraida de Metacritic es 8,1… Y es que nada más poner el disco en el reproductor, las sensaciones no pueden ser mejores. «Lonesome Street» suena a los mejores Blur, quizás no tiene el nivel de sus singles históricos, pero desde luego no hubiera desentonado en ninguno de sus mejores trabajos. Una estupenda guitarra marca de la factoría Coxon, una maravillosamente saltarina melodía, sonido genuinamente britpopero y unos fabulosos y bizarros arreglos. Puro Blur.

Sin embargo esta es la única concesión a su brillante pasado como líderes del sonido británico de los 90. La siguiente canción, la melancólica y sobresaliente «New World Towers» suena mucho más al trabajo es solitario de Damon que a los propios Blur. Un fantástico y cadencioso tema que, junto a la canción que la precede, ilustra perfectamente lo que va a ser la dinámica general del disco: alternar el pop más tradicional y festivo propio de llamemos la “época dorada del grupo”, con unos nuevos Blur mucho más tranquilos, innovadores y reflexivos. Gran canción, quizás demasiado larga.

En esa línea que mira más al pasado tendríamos a “Go Out”, la siguiente canción que además sirvió como primer single del disco. Es efectiva, suena fantásticamente bien y, en general, está a buen nivel…, pero no por ello deja de ser el peor primer single que el grupo ha editado en su carrera. Cierto es que estamos hablando de un grupo cuyos primeros singles han sido siempre canciones que han entrado en el Olimpo de la música desde el primer momento: “She’s So High”, «For Tomorrow«, «Girls & Boys«, «Country House«,»Beetlebum«, «Tender«, «Out of Time«… Pues eso, es una buena canción pero no resiste la comparación con el pasado del grupo.

Mucho más interesante resulta “Ice Cream Man” con un sinuoso y electrónico comienzo al que la guitarra acústica de Graham enseguida dota de calor orgánico. Una canción estupenda en el que tanto el sonido pop tradicional del grupo como las cadencias más melancólicas de algunos de los proyectos paralelos de Albarn están perfectamente representados. Sin duda una de mis preferidas del álbum. Fantástica. Los arreglos de guitarra de Coxon, como siempre, merecen mención aparte.

Tiempo ahora para los “nuevos” Blur con “Thought I Was a Spaceman«. Aunque mejor deberíamos decir los nuevos Blur fusionados con el viejo Bowie, pues la influencia del Duque Blanco es más que evidente en este fantástico y atmosférico tema que va subiendo poco a poco de intensidad. Muy buena canción.

Retornamos al pasado del grupo, en esta ocasión a sus tradicioneles arrebatos punkrockeros, con «I Broadcast«. Un estilo en el que Blur se mueve como pez en el agua y tantas veces lo ha demostrado «Advert», «Popscene», «Bank Holiday», «Song 2″… A estas alturas ya podemos afirmar que el retorno de Blur está mereciendo, y mucho, la pena.

«My Terracotta Heart«, un extraordinario y melancólico medio tiempo de aires pseudo-latinos, nos devuelve a los Blur más reflexivos. Damon canta con extraordinaria sensibilidad una canción primorosamente producida y arreglada de forma preciosista. Evocadora y relajante, uno de los momentos más mágicos de un disco cuyo momento más brillante quizás llegue con la sobresaliente «There are Too Many of Us«, un auténtico temazo que, en mi opinión, debería haber sido el primer single. Una canción a la altura de lo mejor del grupo y cuya intensidad deja sin habla desde la primera escucha. Todo en ella es perfecto y, en lo melódico, recuerda a la amarga y maravillosa melancolía  que transmitían muchas de las canciones de «Modern Life Is Rubbish», el brillante segundo disco del grupo. Sobresaliente.

Tras semejante descarga emocional los suaves ritmos pop de «Ghost Ship» se agradecen. Una canción mucho más lidera y con una bonita melodía. Graham, como es habitual, se sale del mapa con una guitarra que engrandece un tema que da paso a otros de los más brillantes (y van varios) momentos del disco: la fabulosa «Pyongyang«, una maravilla de aires orientales que vuelve a recordar al mejor Bowie y que queda a la altura de las mejores e intensas baladas de la banda como «This Is A Low». Una canción tremenda que termina de poner la guinda a un álbum que, ahora sí, ya podemos decir está a la altura del grupo y supone uno de los mejores «disco de retorno» que mi memoria puede recordar. Brillante.

Y eso que aún nos quedan un par de canciones. La premeditadamente tontorrona «Ong Ong» supone un ligero e infeccioso contrapunto a la transcendentalidad de»Pyongyang» y con la notable balada «Mirror Ball«, una ampulosa canción que parece combinar con acierto los ambientes Western con sonidos orientaloides, pone el punto final a un disco fantástico. Blur ha vuelto.

VALORACIÓN GUILLETEK: 8,5/10

Texto: Guillermo Mittelbrunn Beltrán. 3 de mayo de 2015

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BLUR: «Parklife» (1994) (10/10)

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01. Girls & Boys
02. Tracy Jacks
03. End Of A Century
04. Parklife
05. Bank Holiday
06. Badhead
07. The Debt Collector
08. Far Out
09. To The End
10. London Loves
11. Trouble In The Message Centre
12. Clover Over Dover
13. Magic America
14. Jubilee
15. This Is A Low
16. Lot 105

En agosto de 1993, Blur entró al estudio muy confiados en su nuevo material. Damon llegó a declarar a los medios: «Cuando nuestro tercer disco salga al mercado, nuestra posición como quintaesencia de las bandas británicas de los 90 estará asegurada».  Albarn había escrito un buen número de canciones muy inspiradas en la novela de Martin Amis «London Fields», continuando con la línea de ácido cronista del costumbrismo británico que tanto debe a Ray Davies y que Damon inaguró con «Modern Life Is Rubbish».

Algo pasaba en el mundillo musical británico en 1994. La prensa británica reivindicaba el papel de su industria poniendo sobre la mesa a sus clásicos. Los Beatles habían vuelto al estudio para prepara sus Anthology, varios clásicos del pop británico (Madness, Who, Kinks) sacaban recopilaciones al mercado coincidiendo con un caldo de cultivo que pretendía poner en valor el lustroso pasado del pop inglés frente al omnipresente rock independiente americano. El negocio musical inglés se estaba defendiendo de la «invasión yanqui» con armas del pasado. «Vimos que poco a poco se iba creando un movimiento real. Fue como suele ocurrir: creció y se hizo más intenso. Fue nuestro nacimiento como el Blur moderno”, declaró Damon Albarn. La prensa estaba expectante y, esta vez, Blur no iba a decepcionar. Sabían que tenían en su poder un ramillete de singles que eran potenciales hits y un LP fabuloso en le bolsillo. Era la hora de pasar a la acción.

Producido de nuevo por un brillante  Stephen Street, «Parklife» es un disco absolutamente perfecto. No tiene fisuras. Son canciones pop perfectas, redondas y sin altibajos que componen unos de los mejores álbumes que jamás se ha editado.
Además de debutar directamente en el número 1 y de permanecer en listas 90 semanas, la prensa se deshizo en elogios hacia el álbum. NME habló de un «disco de pop maravilloso», Rolling Stone escribió: «un gran disco, han conseguido lo que se proponían: absorber todos los estilos y demostrar por qué el rock británico es tan genial». Allmusic, lo describió como «el álbum que definirá esta década»… Y no es para menos, estamos ante un disco tremendamente cohesionado en el que Blur consigue reformular lo mejor del pop británico de todos los tiempos y ponerlo a disposición de las nuevas generaciones que parecían haber olvidado su glorioso pasado musical.

Paul McCartney, Paul Weller, Pete Townshend, David Bowie… todos, coincidieron en elogios hacia el nuevo álbum de Blur. La prensa se rindió a sus pies y recibió «5 estrellas» en la mayoría de publicaciones. Blur fueron elevados a líderes de la nueva generación musical británica… Había nacido el Britpop. Parklife es una celebración del pop británico. Partiendo de los cánones clásicos de sus mayores, consigue fusionar sonidos y ambientes de distintas épocas y sonar tan absolutamente moderno como evocadoramente clásico. Variado pero coherente, emocionante y tremendamente divertido, es un álbum que, como pocos han conseguido en la historia, es capaz de resumir en material musical una época: los años 90.

El arranque del álbum es inmejorable, un tema como «Girls & Boys» que engancha desde la primera escucha. Un single llenapistas que tuvo un buen comportamiento en listas (nº5) y un mucho mayor éxito popular. «Cuando escribimos  ‘Girls and Boys’ nos dimos cuenta que teníamos algo grande entre manos», declaró Graham Coxon, «algo que merecía la pena», y no le faltaba razón, su fusión de de new wave, electrónica y dance pop inaguró nuevas sendas sonoras que serían profusamente aprovechadas por bandas venideras. Declarada mejor single de 1994, un himno, un tema absolutamente infeccioso y absolutamente perfecto en términos comerciales. La atrevida letra de Damon, la excelente base rítmica (¡qué bajo!) que sostiene la canción, todo en ella es fabuloso. Thom Yorke, líder de Radiohead, confesó años después, «Desearía haber escrito esa canción, es genial, lástima que esos bastardos de Blur la escribieran antes que yo«.

Pero si «Girls & Boys» resulta innovadora, el siguiente corte, la genial «Tracy Jacks«, es una desacomplejada mirada hacia el pasado.  Los primeros The Who sonando en 1994 tras haberse metido en una batidora de sonido Madchester. Su sobresaliente trabajo de guitarras, su inteligente letra sobre un amargado cuarentón atrapado en el día a día de la Inglaterra de fin de siglo, su excelente producción…, segunda canción y segunda joya.Y así llegamos a la que, en mi opinión, es la mejor canción de los años 90: «End Of A Century«. Pop ultramegabritánico (la canción «huele» a Inglaterra) con una letra en la línea del mejor Ray Davies. El «Waterloo Sunset de los 90», llegó a escribir un crítico. Todo en ella es perfecto y pone a las claras que el señor Damon Albarn es un extraordinario compositor, un excelente escritor y un muy competente vocalista. De nuevo una sobresaliente producción de Stephen Street quien, junto a la gran guitarra de Coxon y las fantásticas armonías, consigue elevar aún más un tema ya de por si inconmensurable.  Un clásico del grupo que no tuvo mucho éxito en su edición como single (número 19) pero que adquiría dimensiones catárticas en directo.

Tres canciones, tres maravillas…, y no hay tres sin cuatro: «Parklife«, la canción que se acabó considerando el «himno del britpop» fue editada como single y resume la intención revisionista de la banda. Cantada -o narrada-  por Phil Daniels, el protagonista de la película «Quadrophenia» (basada en la opera-rock pro mod de los Who), resulta completamente atemporal. Desde luego no estamos ante ninguna súper melodía y seguramente sí ante uno de los temas más simplones del disco, pero eso no la hace menos infecciosa e irremediablemente adictiva. Una vez más el productor Stephen Street acierta dando la forma adecuada a otra gema pop de Damon en la que destacan no sólo las buenas guitarras rítmicas de Graham sino también las labores de éste como saxofonista. De nuevo un himno que mereció el premio Brit a la «mejor canción de 1994» a pesar de no haber pasado del «Top 10» en su edición como single.

Hasta aquí, el disco alcanza tal perfección que más bien parece un recopilatorio que un Lp con nuevo material. «Bank Holiday» si bien, aún siendo un fantástico tema, no mantiene el sobresaliente nivel de los anteriores, sí sirve para elevar los decibelios…, y se agradece. Punk-británico puro en la mejor tradición de los Sex Pistols. En directo era demoledora.

Y si los Sex Pistols inspiran «Bank Holiday», los Beatles parecen estar tras las musas de «Badhead«, una de las maravillas ocultas del disco. Delicada y preciosa balada, una de las mejores melodías de Damon -al parecer bastante asistido por Graham- que, además, está producida e interpretada con un gusto pasmoso. Su letra, sobre un día de resaca pone la guinda a un delicioso pastel agridulce. Joya, otra

«The Debt Collector» es el  primero de los dos divertidos y circenses instrumentales del álbum. Original y disfrutable, como la psicodélica «Far Out«, la única canción no compuesta por Damon (el autor es Alex James), y aunque es, sin duda, la más floja del disco tiene el honor de no desentonar en un disco que roza la perfección. Buen cierre para la cara A.

La cara B se abre con otro de los puntos álgidos del álbum, «To The End» otro baladón con aires de clásico con un encantador toque afrancesado exquisitamente arreglado y producido por Stephen Hague en ausencia de Stephen Street. Fue editado como single con un reslutado (nº16) muy por debajo de lo que su calidad merecía. Damon comparte la voz principal con Laetitia Sadier (de Stereolab) que pone el contrapunto femenino (y en francés) a los versos del tema dotándolo un épico ambiente romántico. Una canción absolutamente maravillosa y una de las mejores interpretaciones vocales de Damon en su carrera. Otra joya para el cofre del tesoro.

Tras tanto (y tan buen) azúcar, «London Loves» nos devuelve a los mejores tiempos de la «new wave«. Potente tema pop con geniales teclados y la habitual maestría de Graham a la guitarra. La vena ochentera se deja ver también en la excelente «Message In The Trouble Center«, otro temazo en toda regla y una de las más queridas por los fans del grupo.

Mucho más relajada resulta «Clover Over Dover«, otra maravilla pop introducida a golpe de clavicordio y en la que todo suena perfecto y muy estimulante. El siguiente tema, «Magic America» es, en cambio, sensiblemente más vulgar en lo musical y sólo la guitarra de Coxon consigue darle un punto de originalidad a un tema que vive de su efectivo y pegadizo estribillo, ¿suficiente?, probablemente sí  y más si atendemos a la irónica crítica a la sociedad americana de sus versos.

«Jubilee» es el segundo acercamiento al punk del disco, aunque esta vez de una forma mucho más melódica. Otra muy buena canción aunque a estas alturas ya no debe extrañar. Y en estas llegamos al gran final: la espectacular «This Is A Low«. Sólo por las guitarras de Graham Coxon (el solo es de otro mundo) ya merecería un puesto en la historia, pero es que todo en ella es absolutamente sobresaliente. Su cadenciosa y tristona melodía te transporta a un lugar desde el que sólo puedes felicitarte por haber tenido la suerte de disfrutar de semejante monumento melódico. La última joya de un disco que se despide con «Lot 105«, un segundo instrumental que resta transcendencia al final del álbum y resulta muy simpático.

Uno de los mejores discos que jamas se han publicado, un absoluto imprescindible en cualquier colección y un disco 10. Cuatro premios Brit (álbum, banda, single y vídeo) sirvieron para destacarlo aún más pero el nivel de la música habla por si solo. Una sucesión de himnos a la clase media británica que caló hondo en la cultura y en la sociedad de una generación definiéndola y describiéndola como sólo los grandes álbumes son capaces de hacer

VALORACIÓN GUILLETEK: 10/10

BLUR. Capítulo 3 (1994-1995). «Parklife» y el nacimiento del Britpop

Blur

A pesar del prestigio recuperado, la situación económica de Blur era absolutamente precaria a mediados de 1993. Damon empezó a componer de forma compulsiva tras la gira de promoción de «Modern Life Is Rubbish» y, tan pronto como fue posible, el grupo entró al estudio dispuesto a grabar el que sería su tercer álbum. Tras la excelentes críticas recibidas por la producción de su anterior disco, el grupo decidió volver a contra con Stephen Street.

Así, en agosto de 1993, la banda entró al estudio muy confiada en su nuevo material. Damon llegó a declarar a los medios: «Cuando nuestro tercer disco salga al mercado, nuestra posición como quintaesencia de las bandas británicas de los 90 estará asegurada».

Albarn había escrito un buen número de canciones muy inspiradas en la novela de Martin Amis «London Fields», continuando con la línea de ácido cronista del costumbrismo británico que tanto debe a Ray Davies y que Damon inaguró con «Modern Life Is Rubbish». De alguna forma, Albarn estaba construyendo una especie de álbum conceptual al menos en lo temático.

De la misma forma que hiciera con su anterior álbum,  Blur quiso apoyar su celebración de lo británico en general y de lo londienense en particular con una imagen en consecuencia. De Imagenlas más sobrias «British Images 1 & 2» del LP anterior, el cuarteto pasó a presentarse como una especie de mods de fin de siglo combinando prendas genuinamente británicas con distintas marcas deportivas europeas. Una imagen mucho más actual y que les alejaba del peligro del excesivo revisionismo del que podía pecar «Modern Life».

Pero Blur no podía ser sólo imagen (esto ya les había costado caro en el pasado), tenían una base musical convincente y «Modern Life» había recibido muy buenas críticas, pero ya era necesario volver a la senda del éxito. De hecho, su compañía de discos -Food- seguía sin ver con buenos ojos la dirección que estaba tomado el grupo y, a pesar de que «Modern Life» había dado buenas señales y obtenido buenas críticas, su paciencia comenzaba a agotarse

Habían tocado casi todos los «palos» de la música británica. Los ritmos baggy del movimiento Madchester, el punk, el pop… No obstante, no habían tocado los sonidos más discotequeros y electrónicos. Su nuevo single, que serviría de adelanto a su nuevo disco mezclaría el sonido «new wave» con algo de dance-pop… El resultado, editado en febrero de 1994. es un «llena pistas» histórico, un himno: «Girls & Boys«

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El single «sólo» fue nº5, pero preparó el camino para lo que sería el asalto definitivo a la fama del grupo. Es un tema absolutamente infeccioso y absolutamente perfecto en términos comerciales. La atrevida letra de Damon, la excelente base rítmica (¡qué bajo!) que sostiene la canción. Todo en ella es fabuloso. Thom Yorke, líder de Radiohead, confesó años después, «Desearía haber escrito esa canción, es genial, lástima que esos bastardos de Blur la escribieran antes que yo«.

«Girls And Boys» fue un excelente adelanto de lo que Albarn y compañía venían preparando: el álbum que debería colocarles en la posición de privilegio en el statement del pop británico que ellos estaban convencidos de merecer. Un álbum que pasó por distintos títulos y portadas antes de llegar al definitivo. La idea oríginal era titular el disco «London», pero era demasiado obvio y optaron por «Soft Porn». La portada sería una foto del palacio de Buckingham, aunque también se barajó la posibilidad de fotografiar un puesto de frutas y verduras de Portobello Road.

El título y la portadas fueron descartadas y optaron, tras barajar otros títulos como «Magic Arrows» y «Sport», por el título de «Parklife» y recurrir para el arte del disco a una sesión de fotos con el grupo contemplando las típicas carreras de galgos. Una imaginería absolutamente británica que casaba perfectamente con la temática de un excelente álbum que llegaría a las tiendas en abril de 1994.

Algo pasaba en el mundillo musical británico en 1994. La prensa británica reivindicaba el papel de su industria poniendo sobre la mesa a sus clásicos. Los Beatles habían vuelto al estudio para prepara sus Anthology, varios clásicos del pop británico (Madness, Who, Kinks) sacaban recopilaciones al mercado coincidiendo con un caldo de cultivo que pretendía poner en valor el lustroso pasado del pop inglés frente al omnipresente rock independiente americano. El negocio musical inglés se estaba defendiendo de la «invasión yanqui» con armas del pasado. «Vimos que poco a poco se iba creando un movimiento real. Fue como suele ocurrir: creció y se hizo más intenso. Fue nuestro nacimiento como el Blur moderno”, declaró Damon Albarn. La prensa estaba expectante y, esta vez, Blur no iba a decepcionar. Sabían que tenían en su poder un ramillete de singles que eran potenciales hits y un LP fabuloso en le bolsillo. Era la hora de pasar a la acción.

Imagen
01. Girls & Boys
02. Tracy Jacks
03. End Of A Century
04. Parklife
05. Bank Holiday
06. Badhead
07. The Debt Collector
08. Far Out
09. To The End
10. London Loves
11. Trouble In The Message Centre
12. Clover Over Dover
13. Magic America
14. Jubilee
15. This Is A Low
16. Lot 105

blur

Producido de nuevo por un brillante  Stephen Street, «Parklife» es un disco absolutamente perfecto. No tiene fisuras. Son canciones pop perfectas, redondas y sin altibajos que componen unos de los mejores álbumes que jamás se ha editado.
Además de debutar directamente en el número 1 y de permanecer en listas 90 semanas, la prensa se deshizo en elogios hacia el álbum. NME habló de un «disco de pop maravilloso», Rolling Stone escribió: «un gran disco, han conseguido lo que se proponían: absorber todos los estilos y demostrar por qué el rock británico es tan genial». Allmusic, lo describió como «el álbum que definirá esta década»… Y no es para menos, estamos ante un disco tremendamente cohesionado en el que Blur consigue reformular lo mejor del pop británico de todos los tiempos y ponerlo a disposición de las nuevas generaciones que parecían haber olvidado su glorioso pasado musical.

Paul McCartney, Paul Weller, Pete Townshend, David Bowie… todos, coincidieron en elogios hacia el nuevo álbum de Blur. La prensa se rindió a sus pies y recibió «5 estrellas» en la mayoría de publicaciones. Blur fueron elevados a líderes de la nueva generación musical británica… Había nacido el Britpop. Parklife es una celebración del pop británico. Partiendo de los cánones clásicos de sus mayores, consigue fusionar sonidos y ambientes de distintas épocas y sonar tan absolutamente moderno como evocadoramente clásico. Variado pero coherente, emocionante y tremendamente divertido, es un álbum que, como pocos han conseguido en la historia, es capaz de resumir en material musical una época: los años 90.

Blur

El arranque del álbum es inmejorable, un tema como «Girls & Boys» que engancha desde la primera escucha. Un single llenapistas que tuvo un considerable comportamiento en listas (nº5) y un mucho mayor éxito popular. «Cuando escribimos  ‘Girls and Boys’ nos dimos cuenta que teníamos algo grande entre manos», declaró Graham Coxon, «algo que merecía la pena», y no le faltaba razón, su fusión de de new wave, electrónica y dance pop inaguró nuevas sendas sonoras que serían profusamente aprovechadas por bandas venideras. Declarada mejor single de 1994, un himno.

D

Pero si «Girls & Boys» resulta innovadora, el siguiente corte, la genial «Tracy Jacks«, es una desacomplejada mirada hacia el pasado.  Los primeros The Who sonando en 1994 tras haberse metido en una batidora de sonido Madchester. Su sobresaliente trabajo de guitarras, su inteligente letra sobre un amargado cuarentón atrapado en el día a día de la Inglaterra de fin de siglo, su excelente producción…, segunda canción y segunda joya.

Y así llegamos a la que, en mi opinión, es la mejor canción de los años 90: «End Of A Century«. Pop ultramegabritánico (la canción «huele» a Inglaterra) con una letra en la línea del mejor Ray Davies. El «Waterloo Sunset de los 90», llegó a escribir un crítico. Todo en ella es perfecto y pone a las claras que el señor Damon Albarn es un extraordinario compositor, un excelente escritor y un muy competente vocalista. De nuevo una sobresaliente producción de Stephen Street quien, junto a la gran guitarra de Coxon y las fantásticas armonías, consigue elevar aún más un tema ya de por si inconmensurable.  Un clásico del grupo que no tuvo mucho éxito en su edición como single (número 19) pero que adquiría dimensiones catárticas en directo.

Tres canciones, tres maravillas…, y no hay tres sin cuatro: «Parklife«, la canción que se acabó considerando el «himno del britpop» fue editada como single y resume la intención revisionista de la banda. Cantada -o narrada-  por Phil Daniels, el protagonista Imagende la película «Quadrophenia» (basada en la opera-rock pro mod de los Who), resulta completamente atemporal. Desde luego no estamos ante ninguna súper melodía y seguramente sí ante uno de los temas más simplones del disco, pero eso no la hace menos infecciosa e irremediablemente adictiva. Una vez más el productor Stephen Street acierta dando la forma adecuada a otra gema pop de Damon en la que destacan no sólo las buenas guitarras rítmicas de Graham sino también las labores de éste como saxofonista. De nuevo un himno que mereció el premio Brit a la «mejor canción de 1994» a pesar de no haber pasado del «Top 10» en su edición como single.

Hasta aquí, el disco alcanza tal perfección que más bien parece un recopilatorio que un Lp con nuevo material. «Bank Holiday» si bien, aún siendo un fantástico tema, no mantiene el sobresaliente nivel de los anteriores, sí sirve para elevar los decibelios…, y se agradece. Punk-británico puro en la mejor tradición de los Sex Pistols. En directo era demoledora.

Y si los Sex Pistols inspiran «Bank Holiday», los Beatles parecen estar tras las musas de «Badhead«, una de las maravillas ocultas del disco. Delicada y preciosa balada, una de las mejores melodías de Damon -al parecer bastante asistido por Graham- que, además, está producida e interpretada con un gusto pasmoso. Su letra, sobre un día de resaca pone la guinda a un delicioso pastel agridulce. Joya, otra

DA

«The Debt Collector» es el  primero de los dos divertidos y circenses instrumentales del álbum. Original y disfrutable, como la psicodélica «Far Out«, la única canción no compuesta por Damon (el autor es Alex James), y aunque es, sin duda, la más floja del disco tiene el honor de no desentonar en un disco que roza la perfección. Buen cierre para la cara A.

La cara B se abre con otro de los puntos álgidos del álbum, «To The End» otro baladón con aires de clásico con un encantador toque afrancesado exquisitamente arreglado y producido por Stephen Hague en ausencia de Stephen Street. Fue editado como single con un reslutado (nº16) muy por debajo de lo que su calidad merecía. Damon comparte la voz principal con Laetitia Sadier (de Stereolab) que pone el contrapunto femenino (y en francés) a los versos del tema dotándolo un épico ambiente romántico. Una canción absolutamente maravillosa y una de las mejores interpretaciones vocales de Damon en su carrera. Otra joya para el cofre del tesoro.

Tras tanto (y tan buen) azúcar, «London Loves» nos devuelve a los mejores tiempos de la «new wave«. Potente tema pop con geniales teclados y la habitual maestría de Graham a la guitarra. La vena ochentera se deja ver también en la excelente «Message In The Trouble Center«, otro temazo en toda regla y una de las más queridas por los fans del grupo.

Mucho más relajada resulta «Clover Over Dover«, otra maravilla pop introducida a golpe de clavicordio y en la que todo suena perfecto y muy estimulante. El siguiente tema, «Magic America» es, en cambio, sensiblemente más vulgar en lo musical y sólo la guitarra de Coxon consigue darle un punto de originalidad a un tema que vive de su efectivo y pegadizo estribillo, ¿suficiente?, probablemente sí  y más si atendemos a la irónica crítica a la sociedad americana de sus versos.

«Jubilee» es el segundo acercamiento al punk del disco, aunque esta vez de una forma mucho más melódica. Otra muy buena canción aunque a estas alturas ya no debe extrañar. Y en estas llegamos al gran final: la espectacular «This Is A Low«. Sólo por las guitarras de Graham Coxon (el solo es de otro mundo) ya merecería un puesto en la historia, pero es que todo en ella es Babsolutamente sobresaliente. Su cadenciosa y tristona melodía te transporta a un lugar desde el que sólo puedes felicitarte por haber tenido la suerte de disfrutar de semejante monumento melódico. La última joya de un disco que se despide con «Lot 105«, un segundo instrumental que resta transcendencia al final del álbum y resulta muy simpático.

Uno de los mejores discos que jamas se han publicado, un absoluto imprescindible en cualquier colección y un disco 10. Una sucesión de himnos a la clase media británica que caló hondo en la cultura y en la sociedad de una generación definiéndola y describiéndola como sólo los grandes álbumes son capaces de hacer

Eran los reyes. Damon era el símbolo del éxito, joven, guapo, famoso, millonario, emparejado con la líder de los cool Elastica (con los que colaboró en varias ocasiones). Lo había conseguido, eran el grupo del momento y eran los abanderados de una nueva generación de pop puramente británico que pretendía reivindicar la música británica, un movimiento que se conoció como Britpop. Menswear, Elastica,  Echobelly, Dodgy, Cast, Ash, The Bluetones,  Gene, los revitalizados Pulp, Thurman o Supergrass salieron a la palestra,  otros como Boo Radleys y Dodgy, eran bandas ya conocidas que se subieron al carro… Entre todos los grupos de esta generación, sólo uno parecía poder disputarle a Blur el trono, una banda de cinco malencarados mancunianos que afirmaban ser directos herederos de los Beatles y que habían debutado con un notable álbum titulado «Definitely Maybe»…, Oasis…

Liderada por los polémicos hermanos Gallagher -Noel y Liam-, Oasis dieron muestra de una arrogancia que le hizo ganarse detractores y admiradores con gran celeridad. Su álbum, si bien también bebía de fuentes clásicas, resultaba mucho más rockero y la prensa británica vio la oportunidad perfecta para revitalizar el clásico duelo Beatles-Stones de los 60. Blur serían los melódicos e innovadores -los Beatles- y Oasis los «sucios» rockeros. No obstante, Oasis -admiradores de los de Liverpool- no aceptaban ese papel…, de ahí que el NME saliera a toda página a finales de 1994 con el titular «LOS DOS QUIEREN SER LOS BEATLES, NINGUNO LOS STONES»

El caso es que, como comentó el batería Dave Rowntree, «coincidieron dos buenos discos de dos grupos ingleses el mismo año, el nuestro y el de Oasis…, así que supongo que sí se podría hablar de un movimiento, eso fue el principio de lo que llamaron Britpop». Tener un movimiento entre manos y poder polarizarlo en dos bandas era algo que la prensa musical inglesa, maniquea y muy tendente al amarillismo, no podía desaprovechar

No obstante, esta polémica fue -por lo menos en inicio- un invento de la prensa. De hecho, durante la entrega de los Brit awards de 1994, en la que Blur ganó cuatro premios (álbum, banda, single y vídeo) para los que Oasis también estaba nominado, Damon declaró «nosotros Blurmerecemos estos premios tanto como Oasis» y Noel Gallagher afirmaba que «si yo tuviera 16 años creo que me molarían tanto Oasis como Blur».

Poco a poco la relación entre ambas bandas se fue calentando auspiciada por la prensa y por las frecuentes salidas de tono de los Gallagher que atizaban a todo y a todos.

Blur habían conseguido el número 1 en ventas de discos, pero no habían logrado el ansiado y prestigioso número 1 en la lista de singles, algo que si logró poco después Oasis con «Some Might Say«. Blur fue invitado a la fiesta de celebración de los de Manchester, Damon fue a felicitar a lo que éste contestó con un «Somos número 1, jódete segundón»… Como Albarn reconoció años después, «yo era joven, estúpido y muy competitivo, eso no iba a quedar así». La guerra estaba servida y la prensa iba a seguir echando leña al fuego…, pero eso será otra historia.

TEXTO: Guillermo Mittelbrunn Beltrán. 14 de diciembre de 2013.

BLUR. «Leisure» (1991). (5/10)

«LEISURE» (1991)

1.She’s So High
2.Bang
3.Slow Down.
4.Repetition.
5.Bad Day.
6.Sing.
7.There’s No Other Way.
8.Fool.
9.Come Together.
10.High Cool.
11.Birthday.
12.Wear Me Down

A principios de 1991, Blur era el grupo de moda, The New Big Thing en la industria del pop británico. Tras tres exitosos singles, Food Records, su discográfica, tenía claro que era el momento de aprovechar la fama del grupo y editar un álbum.  El disco, producido por Stephen Street (tras su notable trabajo con The Smiths), Steve Lowell y Michael Thorne, se publicó el 27 de agosto de 1991 alcanzando un nº 7 en las listas británicas. El LP se vendió razonablemente bien arrastrado po el éxito de sus singles previos y de una excelente campaña de marketing basada en el atractivo físico  de Damon y Alex.

Partiendo de la base de que no estamos ante un gran álbum, el disco tiene perlas como «There’s no other way» o «Sing». Es un trabajo definido por las modas del momento, lleno de ritmos baggy y el sonido shoegaze herencia directa de The Stone Roses, Happy Mondays o The Soup Dragons. El propio Damon Albarn, al recordar el álbum, afirma «no quiero ni acordarme de él»… No obstante, la crítica musical británica, deseosa de encumbrar nuevos ídolos, recibió bastante bien el disco.

Y eso que el disco arranca razonablemente bien, con los singles «She’s So High» y  «Bang«. Sobre todo la primera es una competente canción -escrita por Damon y Graham- de pop psicodélico muy al estilo de los sonidos imperantes en una Inglaterra que, a finales de los 80 y principios de los 90, aún vivía de las rentas de la exquisita resaca provocada por el incomparable disco de debut de los Stone Roses. Semejante comienzo hace albergar esperanzas pero enseguida comienza a perder enteros con temas  como la noisy «Slow Down«. «Repetition» resulta mucho más edificante, pero «Bad Day» vuelve a caer en esquemas que, a fuerza de repetirse, provocan el tedio.
Sólo cuando escuchamos «Sing» empezamos a vislumbrar un gran talento tras tanta medianía. Soberbia canción. Su monótona cadencia psicodélica te atrapa desde la primera escucha y pone a las claras que estos imberbes jovencitos tenían que decir algo en esto de la música. Y así llegamos a la excelsa «There’s No Other Way«, la canción que les dio la fama y uno de los únicos cortes de este álbum que han soportado el paso del tiempo. Un gran tema de Damon y Graham que alcanzó el número 8 en las listas a principios de 1991. La gran guitarra de Graham, las enrevesadas líneas de bajo de Alex, el ritmo baggy de Dave heredero del sonido Madchester y la perezosa voz de Damon se encargan de dar forma a otro buen corte de pop psicodélico que catapultó definitivamente al grupo a la fama.
Tras estos buenos momentos, proporcionados por dos muy buenas canciones, el álbum se sume en la más absoluta medianía y ya no vuelve a remontar el vuelo. «Fool» tiene un corte más clásico y supone un ligero soplo de aire fresco entre tanta sobredosis de sonido shoegaze…, pero tampoco es gran cosa. «Come Together«, «High Cool» y «Wear Me Down» repiten de forma cansina la fórmula y, sin ser ninguna de ellas malas canciones, poco aportan a una escena más que saturada de este tipo de propuestas. La oscura y notable «Birthday«, en cambio, supone un soplo de esperanza. Vendrán tiempo mejores.
VALORACIÓN GUILLETEK’S: 5/10