Paul McCartney: «Driving Rain» (2001) (8/10)

Lonely Road (McCartney)
From A Lover To A Friend (McCartney)
She’s Given Up Talking (McCartney)
Driving Rain (McCartney)
I Do (McCartney)
Tiny Bubble (McCartney)
Magic (McCartney)
Your Way (McCartney)
Spinning On An Axis (McCartney-McCartney)
About You (McCartney)
Heather (McCartney)
Back In The Sunshine Again (McCartney-McCartney)
Your Loving Flame (McCartney)
Riding Into Jaipur (McCartney)
Rinse The Raindrops (McCartney)

Freedom (McCartney)

Es cierto que el Paul McCartney crepuscular no es cool... Su parecido cada vez más acusado con Angela Lansbury (la Sra Fletcher), su imagen de «abuelete molón», su a veces patético postureo o sus videoclips de dibujos animados llenos de ranitas, no juegan en su favor. Pero es de necios o simplemente de sordos no reconocer la enormidad artística de su obra, con y sin los Beatles. Su carrera en solitario contempla varios discos flojos, algunos directamente malos, pero está salpicada de discos fabulosos y de canciones absolutamente sobresalientes que, de haber sido editados por otros artistas menos brillantes pero más «molones,» hubieran sido elevados a los altares, No tengo ninguna duda de que si Neil Young hubiera escrito «From A Lover To A Friend» se consideraría la quintaesencia de la madurez musical, si Clapton se hubiera marcado «Back In The Sunshine Again» se valoraría su autenticidad, o que si Keith Richards se hubiera atrevido con algo parecido a «Rinse The Raindrops» se hubiera elogiado su temeridad pro-rockera… Pero es el siempre sonriente McCartney el que se atreve a estas cosas…, y Paul no mola…

Y es que este disco, frecuentemente olvidado, es un claro ejemplo del «maltrato» al que se ha sometido la carrera en solitario de Paul McCartney. Producido por David Khane (The Strokes, Sugar Ray), «Driving Rain» nos presenta a un McCartney aún tocado por la muerte de su esposa Linda y, a la vez, ilusionado por su nueva relación con Heather Mills. Esta situación deriva en un disco lleno de claroscuros, si bien es el ambiente triste y taciturno el que gobierna el disco.

Grabado en apenas dos semanas, es un notable disco que, a pesar de obtener críticas favorables en la mayoría de medios (4/5 en Rolling Stone), fue un rotundo fracaso comercial obteniendo un puesto 26 en Estados Unidos y un terrible 46 en su país natal, siendo este el disco de Paul que peores resultados consiguió en el Reino Unido. La falta de un single que tirara de las ventas y el ambiente tristón del álbum supuso un bajo resultado en ventas injusto a todas luces puesto que, lejos de ser uno de los peores trabajos de McCartney, se encuentra entre los más destacables.

El álbum arranca con «Lonely Road«, un meritorio blues-rock de amarga melodía que deja claro desde el primer momento que los luminosos sonidos de «Flaming Pie» quedaron atrás. Una canción estupenda que, sin embargo, queda ensombrecida por la enormidad de la excelente «From A Lover To A Friend«, sencillamente una de las mejores canciones de lo que llevamos de siglo. Todo en ella es genial: una melodía de otro mundo,su acertada y parca producción, una línea de bajo estratosférica, la afectada voz de Paul, su excelente letra en la que McCartney pide permiso a su difunta esposa para rehacer su vida…, un clásico. Una canción que, insisto, de haber escrito otro «dinosaurio del rock» tendríamos hasta en la sopa. Sublime.

«She’s Given Up Talking» introduce a Paul McCartney en nuevas sonoridades minuciosamente tejidas por David Khane. Se trata de un tema de aires folkies que Paul escribió tras conocer a una niña con mutismo selectivo (un trastorno de origen emocional que consiste en que los afectados, en determinados contextos o circunstancias, no pronuncian ni una sola palabra) y que se tiñe de modernidad merced a unos acertados efectos de estudio. Mucho más clásica, aunque también mucho menos estimulante es la anodina «Driving Rain«, una de las canciones más prescindibles del álbum.

El maravilloso baladista que siempre fue McCartney se deja ver en la romántica «I Do«, una estupenda canción al igual que «Tiny Bubble» un moderno ejercicio de pop con un marcado tono bailable que recuerda poderosamente los sonidos de Wings. Menos agraciada es «Magic» que, a pesar de su emotiva letra (acerca del día en el que Paul y la fallecida Linda se conocieron), resulta bastante plana en lo musical.

Con «Your Way«, Paul construye una de sus fantásticas canciones folkies basadas en su depurada técnica de finger picking y que tantas joyas ha regalado a la historia del rock. Genial porción de clasicismo antes de llegar a «Spinning On An Axis«, un sorprendente collage sonoro que viaja desde el clásico crooning inicial a sonidos muy pegados a la actualidad. Un curioso y meritorio corte que supone el debut de la pareja de compositores McCartney-McCartney…, Paul y su hijo James.

«About You» nos devuelve al McCartney rockero, al que ya echábamos en falta y que, acompañando de una pequeña banda, suena de fábula. Y es que, en un ejercicio similar al que hizo en las fechas previas a «Flowers In The Dirt», Paul reclutó una banda para que le acompañaran durante las sesiones de grabación y en la posterior gira de promoción. Así, Rusty Anderson (músico de sesión de Elton John, Sinead O’Connor, Santana…) a la guitarra, y el sobresaliente batería Abe Laboriel Jr (Seal, Steve Vai) entraron a formar parte de la McCartney Crew y permitieron a McCartney centrarse en el bajo y se nota… Muchas  de las mejores líneas de bajo del McCartney maduro están en este disco.

«Heather» es otro de los momentazos del álbum. Un temazo, en su mayoría instrumental, que recuerda poderosamente el sonido de los Beatles del 68. De hecho, según cuenta el propio McCartney, «estaba tonteando al piano cuando surgió la melodía de esta canción… Heather, que desconoce el material de los Beatles, me preguntó «¿qué canción de los Beatles es esa?»… Yo le dije que era una nueva…, y entonces ella, emocionada, me animó a grabarla. Es por lo que decidí decicarle la canción». Es un tema excelente y que se hace corto, no hubieran estado de más unas cuantas estrofas cantadas adicionales.

La dupla McCartney-McCartney vuelve a la carga con la fantástica «Back In The Sunshine Again«, un pesaroso e inspirado blues al que no le sobra ni le falta nada y sirve de contrapunto a la romanticona «Your Loving Flame«, una gran balada que Paul dedica a Heather Mills, su nueva pareja. Buena canción, con el punto justo de azúcar.

La recta final se inicia con «Riding Into Jaipur«, una notable canción que Paul compuso tras el segundo viaje que hizo a la India tras el que hiciera acompañado de John, George y Ringo en aquel lejano 1968. No hubiera extrañado oírla en un disco de George Harrison, es fantástica en cualquier caso. El gran final llega en forma de 10 minutos de desparrame rockero con la genial «Rinse The Raindrops«, para la que Paul cantó la misma estrofa en una cincuentena de diferentes estilos de los que Khane extrajo los que conforman la edición final. Una gozada de principio a fin que como ocurría con «From A Lover To A Friend», hubiera recibido todo tipo de elogios de haber sido escrito por alguna otra luminaria del  rock de los 60… Poco antes de la edición del álbum, se produjo el atentado de las torres gemelas de NY. Paul compuso un tema conmemorativo que interpretó en The Concert for New York que él mismo organizó y en el que participaron varias estrellas. El tema es la vulgar y absolutamente prescindible «Freedom» que también acabó incluyéndose en el álbum, si bien como tema oculto, puesto que las carátulas ya habían sido impresas.

Un muy buen álbum escrito e interpretado por un adorable y nada molón casi-sesentón McCartney al que recurrentemente se le niega un mayor reconocimento. Me gustaría oír más álbumes actuales de músicos (jóvenes y viejos) con temas como «Lonely Road», «From A Lover To A Friend», «I Do», «About You», «Heather», «Your Loving Flame», «Back In The Sunshine Again» o «Rinse The Raindrops».

VALORACIÓN GUILLETEK’S: 8/10

Paul McCartney: «Flaming Pie» (9/10)

Imagen

The Song We Were Singing (McCartney)
The World Tonight (McCartney)
If You Wanna (McCartney)
Somedays (McCartney)
Young Boy (McCartney)
Calico Skies (McCartney)
Flaming Pie (McCartney)
Heaven On A Sunday (McCartney)
Used To Be Bad (Miller-McCartney)
Souvenir (McCartney)
Little Willow (McCartney)
Really Love You (McCartney-Starkey)
Beautiful Night (McCartney)
Great Day (McCartney)

«Cuando terminé Anthology sentí la necesidad de hacer música nueva (…) viendo Anthology me acordé de lo bien que lo pasábamos los Beatles grabando, y eso asentó las bases de lo que sería Flaming Pie. Anthology me recordó los patrones de The Beatles y los valores que alcanzamos con las canciones. Así que de algún modo me sirvió como curso que ahora se ve reflejado en este álbum». Y es que Paul pasó unos cuatro años, desde 1992 a 1996, trabajando en el proyecto Anthology de los Beatles, un proyecto largamente madurado (es una idea de 1971) que consitía en los Beatles contaran su historia a través de una serie de documentales. Neil Aspinall -otrora road manager, asistente personal de los Beatles y director de Apple Corps-, pensó que sería una buena idea recopilar toda la información posible de los archivos del grupo (tanto en EMI como en Apple)  para realizar un documental sobre la historia del mismo. Las malas relaciones entre Paul y el resto del grupo a principios de  los 70 y la muerte de John en 1980 truncaron el proyecto, pero desde principios de los 90 Neil lo había recuperado. La idea no era otra que los miembros vivos del grupo, apoyados por horas de entrevistas a John (autorizadas por Yoko), contaran su historia a través de una serie de documentales. Dichas entrevistas se completarían con el vasto material videográfico y sonoro que Aspinall había recopilado a lo largo de todos estos años.

El caso es que Paul, inspirado por los recuerdos, comenzó a componer y en febrero de 1995 decide volver al estudio para grabar parte del material que habíaImagencompuesto mientras trabajaba en Anthology. Tenía claro que quería que las canciones fueran sencillas y directas («me sorprendió, mientras trabajábamos en Anthology, darme cuenta de los sencillas y a la vez perfectas que eran muchas de aquellas primeras canciones de los Beatles»), pero Paul no quiso afrontar esta vuelta al estudio en solitario y pidió a su amigo Steve Miller (líder de la fabulosa Steve Miller Band) que le acompañara. Ambos músicos, que ya habían colaborado en la canción de Miller «My Dark Hour» en 1969 y en la que Paul toca todos los instrumentos, grabaron hasta siete canciones, algunas como «Country Girl» o «Soul Boy», aún hoy inéditas.

La idea original de Paul era autoproducir su nuevo disco, pero tras trabajar con el Jeff Lynne (líder de la ELO) en los dos nuevos temas Beatle que se estrenaron con los Anthology -«Free As A Bird» y «Real Love«-, decidió poner su trabajo en manos de Lynne y juntos trabajaron en las canciones que Paul había grabado con Miller y nuevo material de McCartney. Las sesiones transcurrieron a buen ritmo hasta diciembre de 1995, fecha en la que a Linda se le diagnostica un cáncer, provocando un lógico cese en el trabajo de estudio.

El golpe para los McCartney, compañeros inseparables durante casi treinta años, fue durísimo pero ambos convinieron que lo mejor para la recuperación de Linda y para el estado mental de su marido es que éste volviera al trabajo. De esta forma, las sesiones se retomaron en febrero de 1996. Quién sabe si necesitado de la ayuda de sus amigos, Paul pidió a Ringo que participara en las grabaciones y el fiel baterista se incorporó al trabajo en mayo.

Las últimas sesiones de trabajo datan de febrero de 1997 con George Martin dirigiendo un arreglo orquestal. El disco se mezcló en marzo de 1997 y en mayo estaba en las tiendas, recibiendo las mejores críticas de un disco de McCartney desde el fabuloso «Tug Of War» de 1982 y una excelente respuesta del público, que respondió aupando el álbum hasta el puesto número 2 tanto en Estados Unidos como el Reino Unido. Y es que estamos ante un disco fantástico, de principio a fin. «Flaming Pie» es el álbum más beatlemaniaco de Paul McCartney en su etapa en solitario. Se puede decir que Macca rinde aquí tributo a su pasado sin rubores ni pretensiones. Desde el mismo título (John dijo que inventó el nombre de «Beatles» cuando un hombrecillo saliendo de un pastel en llamas -Flaming pie- les dijo: «os llamareis Beetles pero con «a»…), a la sonoridad del álbum, Paul recoge el testigo de su propio pasado y concluye un álbum fabuloso. No creo que sea su mejor disco, como muchos afirman, y estoy convencido de que se benefició de la renovada popularidad Beatle que supuso el estreno de los Anthology, pero sí es un muy buen trabajo que incluso mereció una nominación para el Álbum del Año en los Grammy de 1998, que ganó Bob Dylan por su álbum Time Out of Mind.

El disco arranca con la evocadora «The Song We Were Singing«, una fantástica canción con una gran interpretación vocal en la que Paul toca gran parte de los instrumentos y recuerda sus tiempos mozos. «Estaba una noche recordando los años sesenta, ya sabes, estábamos allí fumando cigarros, bebiendo vino… hablando acerca de la solución cósmica. Eso era lo que todos hacíamos… pero ¡Qué demonios! Es el periodo de tiempo en tu vida en el que tienes la oportunidad de todo eso». El sonido íntimo y sosegado del tema inicial será la tónica general de un álbum tendente a la introspección y al sonido acústico y en el que hay pocas concesiones al rock. Si acaso la más contundente de dichas concesiones sea la estupenda «The World Tonight«, un sobresaliente rock en el que, como ocurre en la mayoría del disco, Paul (voz principal, coros, batería, bajo, guitarra eléctrica, guitarra acústica,  piano y percusión) y Jeff Lynne (coros, guitarra eléctrica, guitarra acústica y teclados) son los únicos interpretes.

El excelente tono inicial del disco se corta con «If You Wanna«, un corte normalito de esos que a McCartney se le caen de los bolsillos sin apenas esfuerzo y posiblemente uno de los puntos más bajo del álbum…, lo mejor del tema, la guitarra de Steve Miller y la producción tompettyniana de Lynne. No obstante, Paul recupera nuevamente el pulso con  «Somedays«, una soberbia balada «a lo beatle» con un arreglo escrito por el inefable George Martin. «Durante las sesiones de Anthology le pregunté a George Martin si podía escuchar Somedays ya que me gustaría que escribiera un arreglo con orquesta. Estaba nervioso viendo cómo reaccionaba al escucharla. pero cuando acabó me miró y me dijo «Veo que no pierdes tu toque»…, fue genial». Un tema para el recuerdo. Sobresaliente. A la altura (o muy cerca) de sus mejores canciones con y sin los Beatles.

Con «Young Boy» llegamos al que fuera primer single del álbum. Steve Miller de nuevo está a la guitarra y Paul toca todo lo demás. Es una excelente lección de pop sencillo y directo que  Paul escribió en la cocina mientras Linda cocinaba el almuerzo. No tuvo un éxito rutilante como single (número 16), pero vuelve a dejar claro quien es el maestro absoluto en esto del pop. Fantástica guitarra de Miller, por cierto.

Los Beatles del White Album es su vertiente mccartiana resucitan con la estratosférica «Caliko Skies«, con George Martin tras la mesa de mezclas. Esta genial canción se grabó en 1992 y resulta simplemente perfecta en su composición y ejecución. Otra canción para la historia que muestra al fin a un McCartney liberado de complejos y que no tiene reparos en volver a los sonidos que él mismo creo antaño. Esa es la línea que también sigue «Flaming Pie«, otra beatlelada en forma de boggie basado en una fantástica línea de piano y una genial melodía. Una vez más Paul y Jeff Lyne se bastan y se sobran para tocar y cantar todo. Otro temazo, y ya llevamos unos cuantos en el disco.

…Y Paul sigue manteniendo el nivel con la tierna «Heaven On A Sunday«, una bonita balada en la que Paul comparte el solo de la canción con su hijo James. El hijo de Paul se encarga de la guitarra eléctrica con destreza mientras Macca se dedica a la acústica. Es un tema tranquilo y relajado con una preciosa melodía de aires perezosos… Todo lo contrario que ocurre con «Use To Be Bad«, un sencillo blues compuesto, más Steve Miller que por Paul, siguiendo los cánones de la vieja escuela y que poco o nada aporta al género, la verdad.

Mucho más estimulante resulta «Souvenir«, puro R&B. Una fantástica canción que no tiene desperdicio para la que se inspiró en los sonidos de Wilson Picket y en la que Paul toca y canta absolutamente todo lo que suena en el tema. Enorme. Tras esta maravillosa concesión al soul, McCartney retoma las sonoridades Beatle con «Little Willow«, una sobrecogedora canción  que dedicó a Maureen, la que fuera esposa de Ringo y fallecida en 1995. Sencillamente preciosa. La paz en la que nos sumerge «Little Willow» se ve interrumpida por la línea de bajo de «Really Love You«, un nuevo blues-rock escrito con el bueno de Ringo -el primer «McCartney-Starkey» de la historia- y que sin ser ninguna maravilla, es bastante disfrutable.

Y entonces llegamos a «Beautiful Night«, el tema fundamental del disco. Una maravillosa canción que data de 1987 y que McCartney recuperó poniéndola en manos de George Martin para que escribiera un arreglo orquestal. Genial. La parte final con Ringo haciendo coros y todos esos metales pone los pelos de punta. Absolutamente sobresaliente. El disco concluye con «Great Day«, un bonito tema acústico compuesto por Paul en 1970 que recuerda a las sonoridades de «Ram» y que supone un cierre perfecto para un álbum maravilloso.

En definitiva una joya auténtica que se editó en mayo del 97 y que, en mi opinión, no ha sido todo lo elogiado que debiera… Vale fue nº2 en USA e Inglaterra (tapado en ambos países por el debut de las Spice Girls, por cierto), pero es que estamos ante un disco histórico y uno de los mejores del mejor creador de melodías de todos los tiempos. Supongo que sera uno de esos álbums que mitificaremos cuando el bueno de Paul esté criando malvas.

VALORACIÓN GUILLETEK’S: 9/10

Paul McCartney: «Off The Ground» (1993). (7,5/10)

Off The Ground (McCartney)
Looking For Changes (McCartney)
Hope Of Deliverance (McCartney)
Mistress And Maid (McCartney-MacManus)
I Owe It All To You (McCartney)
Biker Like An Icon (McCartney)
Peace In The Neighbourhood (McCartney)
Golden Earth Girl (McCartney)
The Lovers That Never Were (McCartney-MacManus)
Get Out Of My Way (McCartney)
Winedark Open Sea (McCartney)
C’Mon People (McCartney)

Cosmically Conscious (tema oculto)

Tras editar «Tripping The Life Fantastic», un prodigioso triple disco en directo que recogía su gira de 1989-1990,  «Unplugged», un LP acústico para un programa de MTV, y «Liverpool Oratorio», su soprendente incursión en la música clásica, este «Off The Ground» supone el primer disco de McCartney en la década de los 90 y tiene la difícil misión de suceder al sobresaliente «Flowers in the Dirt», con el que guarda varias similitudes.

La primera similitud entre ambos LP’s es que Paul repite banda de acompañamiento, a excepción del batería Chris Whitten que se enroló en los nuevos Dire Straits y fue sustituido por Blair Cunningham. De esta forma Robbie McIntosh, Hamish Stuart y Paul «Wix» Wickens, acompañaron a Paul y Linda McCartney en una grabación dirigida por el productor Julian Mendelsohn (Pet Shop Boys, Level 42, Elton John) y cuyas primeras sesiones tuvieron lugar en noviembre de 1991. La segunda coincidencia con «Flowers In The Dirt» es la aparición de Elvis Costello como co-compositor de un par de canciones.

No obstante, la idea de Paul era hacer un disco menos sofisticado y más directo que «Flowers»: «Le dije a Julian, mi productor, que mis más satisfactorias grabaciones fueron con los Beatles. En esa época grabábamos de 10:30 de la mañana a las 13:30, entonces nos íbamos a comer y volvíamos de 14:30 hasta las 17h. Era como una jornada de trabajo. Y quería hacer lo mismo con este disco, y así lo hicimos. Para eso hace falta conocer bien las canciones… Algunas de las canciones que escucháis en el resultado final están grabadas en una toma». 

Las sesiones transcurrieron a buen ritmo y el grupo terminó 22 canciones, pero apenas una docena de ellas acabaron incluyéndose en el LP final. «Peace In The Neighbourhood» , «Biker Like An Icon», «Off The Ground», «Looking For Changes», «Hope Of Deliverance», «Mistress And Maid», «I Owe It All To You», «Golden Earth Girl», «The Lovers That Never Were», «Get Out Of My Way», «Winedark Open Sea», «C’mon People», «Long Leather Coat», «Big Boys Bickering», «Kicked Around No More», «I Can’t Imagine», «Keep Coming Back To Love», «Down To The River», «Style, Style», «Sweet Sweet Memories», «Soggy Noodle» y «Cosmically Conscious»… Y este,  la selección de canciones, es uno de los fallos de un LP sólido, pero no sobresaliente: muchas de las canciones descartadas para el LP (que fueron utilizadas como caras B de singles) son mucho mejores que algunas de las editadas como parte del álbum final. Y es que «Long Leather Coat«, la anti-política «Big Boys Bickering«, la encantadora pieza acústica «Down To The River» y sobre todo las excelentes «I Can’t Imagine«, «Style, Style» y «Sweet Sweet Memories» son mucho (pero mucho) mejores que «Looking For Changes», «Peace In The Neighbourhood» y algún otro tema que acabó en la selección final del disco.

El caso es que el LP arranca con la alegre «Off The Ground«. Un correcto tema pop en el Paul juguetea con la electrónica. «Wix me preguntó si quería probar con una grabación computerizada como alternativa a todo ese material en vivo que estábamos produciendo. Le dije a todos que se tomaran un día libre y experimenté con una cancioncilla folk llamada Off The Ground». Es un tema agradable y pegadizo no exento de calidad al que no termina de favorecer el exceso de azúcar en su estribillo. Buen arranque.

«Looking For Changes«, con letra contra el maltrato animal incluida, no es ni mucho menos una mala canción (McCartney hace pocas de esas, la verdad sea dicha) pero es un rock bastante simplón y, a pesar de sus méritos, es uno de los temas que debería haber alternado su puesto con algunos de los descartes anteriormente mencionados. Mucho mejor resulta  «Hope Of Deliverance«, un tema simplemente redondo y el single más recordado del disco a pesar de tener sólo un relativo éxito en Reino Unido (nº18) y fracasar estrepitosamente en Estados Unidos (83). Muy clásica, muy Buddy Holly y muy buena.

Mejor, si cabe, resulta «Mistress & Maid«, otro fruto de la colaboración entre Macca y Costello y uno de los temas más beatle de la carrera en solitario de Paul. Con ecos del glorioso 1967, Paul y Elvis nos regalan una circense e inspirada melodía con una comprometida letra de tintes feministas. Una estupenda canción que eleva y mucho el nivel del LP.

Notable es también la dulce «I Owe It All To You«, merced a un efectivo arpegio y a un pegadizo estribillo que hace que la canción resulte muy agradable y sirva para coger fuerza para una nueva incursión en el rock con «Biker Like An Icon«, un sencillo corte roquero en el que los juegos de palabras destacan más que la melodía en sí pero que en conjunto resulta una buena canción, todo lo contrario que le ocurre a «Peace In The Neighbourhood«, un elegante pero soporífero tema que  la prodigiosa «Golden Earth Girl«, verdaderamente sobresaliente, compensa con creces. Una de las canciones más inspiradas del McCartney crepuscular y que rara vez aparece destacada. Evocadora y con una melodía intachable es otro de los puntos álgidos de un álbum que alcanza su cénit con la espectacular «The Lovers That Never Were«, la última joyita de la factoría McCartney-Costello.

Los clásicos compases rock de la olvidable «Get Out Of My Way«, un muy sencillo rock que no aporta demasiado (aunque tampoco molesta. a decir verdad), nos introducen en la parte final que arranca con la onírica «Winedark Open Sea«, una mágica canción con algunas partes sencillamente memorables. El gran final llega con la pomposa, «C’Mon People«, una ampulosa balada que aunque queda lejos de ser una mala canción (más bien es todo lo contrario), parece un futil intento de construir un nuevo «Hey Jude»…, lo mejor: el arreglo de cuerda de George Martin. No obstante, cuando parece que todo ha acabado, Paul rescata del baúl de canciones que se trajo en 1968 de la India,  «Cosmically Conscious«, un tema de absoluto sabor Beatle que ni siquiera aparece en los créditos y que es un estupendo fin de fiesta.

«Off The Ground» salió al mercado en Febrero de 1993  alcanzando un puesto número 5 en Inglaterra y obteniendo un notable éxito a nivel europeo y, algo menos, en el americano (número 17). La critica en general acogió bien un disco que no mantiene el excelso nivel de «Flowers In The Dirt» pero que tiene canciones estupendas como «Hope Of Deliverance», «Mistress And Maid», «I Owe It All To You», «Golden Earth Girl», «The Lovers That Never Were» o «Winedark Open Sea» y que podría haber sido mucho mejor de haberse incluido «I Can’t Imagine«, «Style, Style» o «Sweet Sweet Memories» que se utilizaron como caras B cuando tenían nivel de sobras para ser parte de álbum. Merece un notable en cualquier caso.

VALORACIÓN GUILLETEK: 7,5/10

Paul McCartney: «Press To Play» (1986). (6/10)


Stranglehold (McCartney-Stewart)
Good Times Coming / Feel The Sun (McCartney)
Talk More Talk (McCartney)
Footprints (McCartney-Stewart)
Only Love Remains (McCartney)

Press (McCartney)
Pretty Little Head (McCartney-Stewart)
Move Over Busker (McCartney-Stewart)
Angry (McCartney-Stewart)
However Absurd (McCartney-Stewart)

Creo que esta es la crítica de un disco de McCartney que me resulta más difícil. Entre los seguidores del ex-Beatle está extendida la idea de que este álbum es el punto más bajo de la carrera del genio zurdo y, en mi clasificación particular, si no ha sido último si ha ocupado siempre los puestos menos favorecidos. Su sonido siempre me ha resultado artificioso y artificial y nunca he sido un defensor de los sonidos ochenteros que, aquí, predominan… Pero de cara a escribir estas líneas, he vuelto a escucharlo y me he llevado más de una agradable sorpresa al redescubrir canciones que había juzgado más por su producción (que me sigue sonando horrible) que por su calidad musical, gran error, amigos.

Tras el fiasco que supuso el largometraje «Give My Regards to Broad Street» en 1984, McCartney decidió reinventarse y contrató al productor de moda, Hugh Padgham (Peter Gabriel, Genesis, XTC, Phil Collins, The Police). Paul quería sonar contemporáneo y tapar la boca a todos los críticos que recurrentemente le acusaban de vivir de las glorias del pasado. Paul, que parecía desesperado por encontrar un compañero de composición tras la muerte de Lennon y tras haber trabajado con Stevie Wonder y Michael Jackson en los LP’s anteriores, cuenta con la ayuda del 10cc Eric Stewart en más de la mitad de las canciones del álbum. Stewart ya había trabajado con Paul en los dos LP’s anteriores, pero como músico de sesión.

Las sesiones de grabación comenzaron en marzo de 1985 y en ellas participaron artistas invitados, como Pete Townshend (The Who), Phil Collins (Genesis) y el propio Eric Stewart. El disco se editó definitivamente  el 22 de agosto de 1986 en Estados Unidos y el 1 de septiembre  en Inglaterra y, aunque recibió críticas entusiastas en un primer momento, fue el mayor fracaso de su carrera musical hasta aquella fecha (número 8 en Inglaterra y 30 en USA)…

El disco arranca en una línea más bien clásica con «Strangehold«, un rock más que correcto y la primera de las composiciones McCartney-Stewart. No es una joya, pero es una fantástica forma de empezar un disco, tiene gancho. No obstante, el cambio de tercio es más que radical cuando escuchamos las primeras notas de «Good Times Coming / Feel The Sun» ¿qué coño es esto?, esa gélida batería electrónica ese loco juego de pan…, pero olvidémonos del sonido, al carajo con esa producción artificiosa y no prestemos atención a sus absurdos y tediosos pasajes instrumentales (tan propios de la época)…, ese estribillo es fantástico, su línea de bajo, su infecciosa cadencia…, y entonces entra la segunda parte -«Feel The Sun»- mucho más tradicional y  bastante disfrutable. No tengo claro si esta canción me gusta por el respeto que le tengo a McCartney o por que realmente es buena, el caso es que me gusta.

Los sonidos electrónicos siguen predominado en «Talk More Talk«, una baratija ornamentada con ruidillos de estudio y una gruesa capa electrónica. Olvidable. Las cosas mejoran y mucho con otra de las composiciones del tándem McCartney-Stewart, la misteriosa y comúnmente olvidada «Footprints«, una hermosa balada cuya belleza se sobrepone a una producción que pretende tomar demasiado protagonismo.

La cara A concluye con el baladón del disco, la notable «Only Love Remains«, un romántico y elegante tema marca de la casa que tuvo poco éxito (número 34) tras ser editada como single. Buena canción aunque queda muy lejos de las grandes baladas de Paul tanto en su etapa Beatle como en solitario.

La cara B arranca con el single principal del LP y sin duda su tema más comercial, «Press«. Un sencillo y agradable tema pop rebozado de sonidos electrónicos para adaptarlo a los nuevos tiempos. El resultado no es malo y, aunque resulta un poco forzado, sorprende su mal resultado en listas (número 30), teniendo en cuenta que el gran éxito de los anteriores singles de McCartney. Quizás sonaba demasiado modernos para sus seguidores clásicos y demasiado antiguo para los nuevos oyentes.

«Pretty Little Head«, la siguiente canción, significó otro fracasó en su edición como single (número 38), y supone un claro avance en busca de actualizar su sonido penetrando en ambientes cercanos al dance. La canción fue calificada por la crítica como «salvaje, de alta experimentación y computerizada» y también la destacaron como un «sueño abstracto de sonido espacial y batería explosiva». Con el paso del tiempo, ha quedado más como una curiosidad que como otra cosa.

En «Move Over Busker» Paul parece haberse tragado al David Bowie de «Scary Monsters». El sonido Bowie se completa con la presencia de  Carlos Alomar y el resultado es un buen tema que, como le pasa a la mayoría del LP, dista mucho de ser sobresaliente, pero también está muy lejos de ser malo. Me gusta.

La recta final del álbum llega con la vibrante «Angry«, en la que Paul une su bajo a la guitarra de Pete Townshend y la batería de Phil Collins en un buen número de rock que es uno de los mejores momentos del LP, antes de llegar al último tema: «However Absurd«. Una curiosa balada que alterna momentos de melodía casi infatiloide con otros realmente brillantes. Un más que digno final para un disco que no merece suspender, pero tampoco buena nota. Sus detractores probablemente no lo serían tanto si la producción fuera otra, menos computerizada y más orgánica…, por otro lado, sus defensores no están juzgando a Macca con la misma dureza que hicieron con otros dinosaurios de los 60 que, en general, tan mal lo pasaron en los años 80.

En resumen, me he estado preguntando durante mucho tiempo si este disco me gustaría si no fuera de Paul McCartney, cuando realmente me debería haber preguntado de si el hecho de saber que es un disco de Paul McCartney me ha impedido juzgar justamente un álbum que viniendo de un menos mítico compositor hubiera disfrutado con menos prejuicios. Probablemente no sea un buen disco de Paul McCartney, pero quizás sea un buen disco a secas.

VALORACIÓN GUILLETEK: 6/10

Paul McCartney: «Tug Of War» (1982) (9,5/10)

Tug Of War (McCartney)
Take It Away (McCartney)
Somebody Who Cares (McCartney)
What’s That You’re Doing (McCartney-Wonder)
Here Today (McCartney)
Ballroom Dancing (McCartney)
The Pound Is Sinking (McCartney)
Wanderlust (McCartney)
Get It (McCartney)
Be What You See (Link) (McCartney)
Dress Me Up As A Robber (McCartney)
Ebony And Ivory (McCartney)

Tras el escarceo en solitario que supuso «McCartney II» (1980), la idea de Paul era lanzar un nuevo álbum con sus Wings y volver a contar con el productor de los Beatles, George Martin: «llevaba sin trabajar con George desde que lo hicimos en «Live And Let Die» y, ya sabes, me gusta su trabajo como productor, así que lo llamé y a él también le apetecía…, tan simple como eso. La idea era que produjera el siguiente álbum de Wings».

En julio de 1980 Paul y Linda estuvieron trabajando en el nuevo álbum de Ringo Starr «Stop And Smell The Roses» y, en Agosto del mismo año, Paul y Denny se encerraron en casa de los McCartney para grabar algunas demos. Muchas de ellas acabaron formando parte de este «Tug Of War» («Ballroom Dancing», «Take It Away», «Dress Me Up As A Robber», «The Pound Is Sinking», «Dress Me Up As A Robber», «Ebony And Ivory», «Wanderlust»), otras se editaron tiempo después, («Keep Under Cover«, «Average Person«,  «Sweetest Little Show» y «We All Stand Together«) y otras quedaron inéditas («The Unbelievable Experience«,  «Give Us A Chord Roy«, «Seems Like Old Times» y  la divertida y notable «Take Her Back Jack«). Pero George aunque elogió parte del material, animó a McCartney a que compusiera más: «Me dijo, mira llevas siendo demasiado tiempo tu propio jefe, si vamos a trabajar juntos tienes que aceptar mis críticas, puede que no te guste pero, así, funcionará».

Con nuevos temas, las sesiones comenzaron en diciembre de 1980 pero Laurence Juber y Steve Holly no llegaron a incorporarse tras anunciar que abandonaban el grupo. Paul, Denny y Linda estaban decididos a seguir juntos cuando en la mañana del 9 de diciembre de 1980, McCartney se despertó con la terrible noticia: John Lennon, su eterno compañero, había sido asesinado en Nueva York. La relación de Paul y John había pasado de su inquebrantable amistad en los 60 a su encarnizada enemistad de la primera mitad de los 70. Desde 1975 su relación se había normalizado y, aunque no era lo de antes, era cordial y amigable. John había muerto y a Paul no se le ocurrió nada mejor que irse a trabajar. Después de comer, en el estudio, llamó a Yoko para ofrecer sus condolencias, la esposa de Lennon le hizo saber el cariño que su difunto amigo aún sentía por él (John te quería, te quería mucho”…). Cuando dejó el estudio, bien avanzada la tarde, se encontró con decenas de periodistas. Sus primeras declaraciones fueron: “Estoy muy conmovido, ya sabes, es una noticia terrible… He pasado el día en el estudio escuchando nuevo material porque no tenía ganas de quedarme sentado en casa…”. Cuando le preguntaron por cuándo se enteró de la noticia, contestó: “Por la mañana, en algún momento”, y preguntó a los periodistas si todos lo sabían, a lo que contestaron que sí. McCartney dijo entonces: “Es un fastidio, ¿No es así?” (vídeo). Estas declaraciones fueron publicadas, y su  gesto fue muy criticado.  Cuando llegó a casa se sentó a ver las noticias  y lloró amargamante junto a su familia. . Pocos meses después, en una entrevista de televisión, Paul apenas puede contener las lágrimas al escuchar “Beautiful Boy” (vídeo).

Paul no volvió al estudio hasta el 14 de diciembre, pero las sesiones se pararon por las fiestas navideñas y no se retomaron hasta febrero de 1981. Dave Mattacks se incorporó en la batería junto a Linda, Paul y Denny pero, a sugerencia de George Martin, se decidió que era absurdo restringirse a los miembros de un grupo y que debería utilizar al músico que mejor pudiera interpretar la canción en su instrumento. De esta forma, se incorporaron los baterías Adrian Sheppard, Campbell Maloney, Steve Gadd, y el bajista Stanley Clarke. Poco después, Paul decidió que estaría bien invitar a algunos camaradas para que aparecieran como «estrellas invitadas» y, así, Ringo Starr, Stevie Wonder y Carl Perkins se unieron al plantel.

Obviamente este ya no era el disco de un grupo y, en abril de 1981, se anuncia la separación oficial de Wings y Denny abandona el estudio siendo sustituido por el 10cc Eric Stewart. Concluidas las sesiones, Paul tenía material para un disco doble, pero, bajo consejo de George Martin, decidió hacer una selección y editar un LP sencillo. Al final, el proyecto se conviertió en el cuarto trabajo de McCartney en solitario y, bajo el titulo definitivo de «Tug Of War», se editó en abril de 1982 con un éxito en arrollador en todo el mundo (nº1 en USA e Inglaterra). La crítica aclamó el disco (Rolling Stone le dio 5 estrellas y habló de «la obra maestra quien siempre supimos que Paul McCartney podía grabar») y las ventas fueron espectaculares. Y es que estamos ante un disco es sencillamente maravilloso, redondo, sin fisuras. Está muy trabajado y,al no tener que estar limitado a una pequeña banda y poder contar con músicos de sesión de gran nivel y,  el LP roza la exquisitez a nivel de arreglos e interpretación. Quizás se puede achacar que es un LP muy tranquilo y falto de algún tema un poco más brioso.

A nivel de composición, Paul está en una forma excelente y construye un buen puñado de melodías sobresalientes que brillan ya desde el principio con la fantástica canción que da título al LP.  «Tug Of War» es una balada con un grandilocuente fondo orquestal que la enriquece y hace destacar su excelsa melodía. Gran forma de arrancar…, pero es que, el genial pop de cadencias reggae que nos oferta «Take It Away» (con Ringo tras los tambores, por cierto), no hace sino confirmar las expectativas: estamos ante algo grande.

Pero, por si era poco, Macca nos chuta una sobredosis de melancolía con «Somebody Who Cares«, otra vez un sobresaliente corte de pop mccartiano arreglado con un gusto pasmoso, para después levantarnos de la silla con un funky escrito tête à tête con el maestro del género, Stevie Wonder, «What’s That You’re Doing?». La verdad es que suena mucho más Wonder que a McCartney…, pero es una gozada.

Una cara A para el recuerdo concluye de la mejor forma posible con «Here Today«, el sentido homenaje de Paul a su amigo John tras su muerte. La letra es suficientemente explícita: “Y si dijera que yo realmente te conocía bien, ¿cual sería tu respuesta si estuvieras aquí hoy? / Pues, conociéndote, probablemente te reirías y dirías  que nosotros somos polos opuestos …si estuvieras aquí hoy… /  Pero, en lo que a mí respecta, aún recuerdo como era antes  y ya no puedo contener las lágrimas más… te quiero… / ¿Recuerdas cuando nos conocimos?, supongo que se podría decir que nos hacíamos los duros, no entendíamos nada, pero siempre podíamos cantar / ¿Recuerdas aquella noche en que lloramos porque ya no había ninguna razón para guardarlo todo dentro?  Nunca entendimos ni una palabra, pero siempre estabas allí con una sonrisa /  Y si dijera que realmente te quería y que me alegraría de que aparecieras, así, estarías hoy aquí , como estás en mi canción“… Sin palabras… Mucha gente ha querido ver en esta canción un «segundo Yesterday», el tratamiento musical y el arreglo de Martin es, intencionalmente,  muy parecido.

Una de las pocas concesiones al rock del disco es la efectiva «Ballroom Dancing«, la canción más movida del disco. McCartney juega con su amplio registro vocal en un buen corte rock que refresca el tono hasta aquí maravillosamente melancólico del LP. No obstante el maravilloso aire tristón del disco vuelve con la soberbia «The Pound Is Sinking«, una genial canción-río de Paul que es pop en estado puro. Una buena línea de bajo -a cargo de Stanley Clarke- y una brillante guitarra eléctrica del propio Paul refuerzan este tema en el que McCartney se burla del mercado monetario.

El punto álgido del LP llega con la extraordinaria «Wanderlust«, incomprensiblemente no lanzada como single y una de las mejores canciones que McCartney ha escrito en su carrera… incluido su periodo Beatle. Un clásico nunca suficientemente ponderado. No conozco muchas canciones mejores, una obra maestra.  Con «Get It«,  volvemos a relajar el tono y escuchamos a Paul y a Carl Perkins  cantar un fantástico y desenfadado country-rock. Excelente.

Nos dirigimos hacia el final del disco a través de un pequeño e interesante puente  -«Be What You See«-  de apenas treinta segundos antes de llegar a «Dress Me Up As A Robber«, una extraña y rítmica canción que, sin duda,  es de lo más flojo de un disco sobresaliente…, aunque marca el camino de futuras sonoridades, ¿no, Jamiroquai?

El gran final llega con la archiconocida «Ebony and Ivory«,  un megaéxito planetario que Paul compuso y luego interpretó junto a a Stevie Wonder. Todos la hemos oído mil veces, es uno de los himnos anti racismo más populares que se han compuesto y un número uno mundial. Su exceso de popularidad y su aire radioformulero no pueden ocultar una notable melodía y un mítico dúo entre dos de los más grandes músicos sobre la faz de la Tierra.

Y así concluye un disco sobresaliente, brillante en lo musical y estimulantemente melancólico. Una joya atemporal que, a pesar de su enorme éxito comercial en 1982, el tiempo no ha tratado con la justicia que merece negándole el sitio que merece entre los mejores álbumes de la historia.
VALORACIÓN GUILLETEK: 9,5/10

THE WHO: «Face Dances» (1981). (6/10)

«You Better You Bet» (Townshend)
«Don’t Let Go the Coat» (Townshend)
«Cache Cache» (Townshend)
«The Quiet One» (Entwistle)
«Did You Steal My Money» (Townshend)

«How Can You Do It Alone» (Townshend)
«Daily Records» (Townshend)
«You» (Entwistle)
«Another Tricky Day» (Townshend)

Con Keith fallecido, John dedicado a sus vicios, Pete centrado en su carrera en solitario y Roger muy asentado en su faceta cinematográfica, todo parecía anunciar la inminente separación de la banda. Sobre todo  si tenemos en cuenta que el grupo daba importante muestras de cansancio creativo y sus lanzamientos desde el ya lejano «Quadrophenia» (1973) no hacían sino demostrarlo. Pero Los Who fimaron con Warner Records un contrato millonario por tres álbumes de estudio. Esto provocó que, una vez terminado su LP, Pete se dispusiera a escribir nuevos temas sobre los que la banda trabajó en el estudio entre julio y diciembre de 1980. El primer disco sin Keith, el primer disco de un grupo de cuarentones en los «modernos» años 80… Somos muchos los que pensamos que los Who debieron dejarlo tras la muerte de Moon, no sólo por la desaparición de un miembro fundamental, sino porque ya en «Who Are You» demostraron ser un grupo alejado de su mejor momento.

Sea como fuere, Pete, Roger, John y K…enney asumieron el reto de editar un nuevo disco de estudio: «Face Dances«. Editado en marzo de 1981, «Face Dances» es un disco mediocre. No es malo, pero es intrascendente. Puede disfrutarse porque no hay en él nada desagradable, pero resulta falto de ingenio, radioformulero y peligrosamente cercano al AOR. Decir que el disco es una basura insoportable, como he llegado a leer y oír, es una estupidez porque las canciones no son malas y están perfectamente ejecutadas…, eso sí, convierte a un grupo fabulosamente arriesgado -e incluso temerario en lo creativo-, en una banda de maduros complacientes jugando a rockeros.

Y eso que la cosa comienza bien con la infecciosa «You Better You Bet«, un muy buen tema dotado además de un tremendo punch comercial que le hizo alcanzar el número 1 en USA y un noveno puesto en las listas británicas. No merece un puesto entre los clásicos del grupo, pero se queda cerca y es una fija de todos sus recopilatorios. No obstante, con las primeras notas de «Don’t Let Go The Coat» nos damos cuenta de que algo no va bien. ¿Estos son lo Who? Si no fuera por la voz de Roger y el inconfundible toque de bajo de John, es difícil concebir que esta pieza de pop-tropical pudiera acabar en un disco del grupo que firmó «Live At Leeds»

El correcto e intrascendente rock de «Cache Cache» nos lleva a la potente «The Quiet One» la primera de las aportaciones de John y uno de los temas más interesantes del disco, antes de llegar a la new wave anodina de «Did You Steal My Money«.

La cara B se abre con «How Can You Do It Alone«, otro de los temas salvables del disco, sin ser nada del otro mundo. «Daily Records» es más pop de agradable escucha pero de difícil encaje en un grupo como los Who, mientras «You«, la segunda aportación de John, vuelve a elevar el nivel con su efectivo rock de riff y coreable estribillo hardrockero.

«Another Tricky Day«, el tema que cierra el disco es el mejor corte del disco junto a «You Better You Bet». No es nada sobresaliente, un buen riff, buenas voces en armonía… rock radioformulero, pero no exento de calidad. AL fin y al cabo es un perfecto resumen de lo que es este «Face Dances», todo muy correcto pero falto de genialidad. Sería injusto calificarlo de mal disco, de hecho, no me parece en absoluto inferior a «Who Are You» si no fuera por la presencia del monumental tema titular.

El LP obtuvo críticas bastante favorables y tuvo mucho éxito, alcanzando un número 2 y 4 en Reino Unido y Estados Unidos respectivamente. Lo más duro de este disco es ver a los Who convertidos en productos de FM y haciendo música que coquetea con el AOR. Están lejos del vomitivo sonido de pop chungo que podía ofrecer gente como Phil Collins, pero, por primera vez en su carrera, resultan completamente intrascendentes. Lo mejor, la portada, diseñada por Peter Blake, el autor de la del «Sgt. Pepper’s» de los Beatles.

VALORACIÓN GUILLETEK’S: 6/10

THE WHO: «Who’s Next» (1971). (9,5/10)

Baba O’Riley (Townshend)
Bargain (Townshend)
Love Ain’t for Keeping (Townshend)
My Wife (Entwistle)
The Song is Over (Townshend)

Gettin’ in Tune (Townshend)
Goin’ Mobile (Townshend)
Behind Blue Eyes (Townshend)
Won’t Get Fooled Again (Townshend)

Tras el éxito de Tommy, Pete Townshend se propuso abracar un nuevo proyecto. Durante la gira de «Tommy», Pete declaró: «He visto momentos en los conciertos de The Who en los que las vibraciones se estaban volviendo tan puras que pensé que el mundo entero se iba a detener, todo se estaba uniendo». Eso le hizo recrearse y pensar sobre un nuevo argumento para una ópera-rock: «Quería que fuera sobre música, sobre el futuro, sobre la esperanza, pero quería que estuviera anclado a la realidad, que tratara problemas reales. ¿Cómo crear un personaje sordo, ciego y mudo sin repetirme? Ya sé, vivirá en el futuro. Lo pondré en un traje espacial, rechazará vivir en la realidad, vivirá en un mundo imaginario, viciado. Tendrá una vida de trono, vivirá la vida que los cineastas, los mentirosos, los publicistas, los manipuladores políticos y los controladores quieran que viva. Será sordo, ciego y mudo a los recursos del espíritu, que le dan la libertad de unirse a los otros seres humanos, de integrarse con ellos y de tener una vida verdadera. Una fantasía en un tiempo donde el mundo estará colapsado completamente y las únicas experiencias que la gente tendrán serán a través de tubos de ensayo. Ellos vivirán como si estuvieran en programas de televisión, todo programado. Hasta que alguien recordará lo que el rock era capaz de hacer sentir a la gente e intentará conseguir que el efecto que produce el rock pueda sentirse eternamente». El proyecto se denominó «Lifehouse»

El argumento era algo así:  En un futuro «no muy lejano» las condiciones atmosféricas han llevado a la humanidad a la necesidad de vivir dentro de unos trajes especiales que simulan emociones y experiencias. De esta forma, pueden «vivir» sin salir de sus casas. Dichos trajes están conectados a una gran computadora llamada «The Grid», controlada por Jumbo, el líder del gobierno. Un día Bobby, nuestro héroe, toma un teatro abandonado en el que reúne a 300 personas e intenta hacer música con ellas basándose en su personalidad y experiencias vitales. Dentro de ese teatro, al que denomina Lifehouse, una banda traduce esas experiencias en rock.  Pasado un tiempo, el experimento de Bobby va ganando notoriedad hasta que el gobierno decide que es peligroso e intenta clausurarlo enviando tropas al recinto… Sin embargo, la música es poderosa y crea un campo de fuerza que impide el asalto. La audiencia del concierto se une creando la «Nota Única» que provoca que todo desaparezca y la humanidad alcance el nirvana musical eterno.

El ambicioso proyecto de Townshend pretendía crear una máquina capaz de traducir las personalidades de los oyentes en notas musicales en busca del «acorde universal». Para ello, los Who estrenarían su nuevo material  en el Teatro Young Vic ante un público que no había oído las nuevas canciones. Los integrantes del público emergerían de la audiencia y aportarían su rol a la música. El perfil de cada miembro de la audiencia sería tenido en cuenta, desde el pérfil astrológico del individuo hasta sus hobbies, incluso su apariencia física. Esos datos, a través de sintetizadores, se traducirían en sonido creando lo que Pete definió como «una clase de cacofonía celestial». Mientras y en paralelo, se rodaría una película con el argumento que antes os he contado.  El problema del proyecto es que nadie lo entendió…, salvo Townshend. Ni el grupo, ni el manager, ni la discográfica…, nadie. Daltrey declaró:  «Pete escribió todo aquello…, incluso hizo un guión simplificado…, pero…, no tenía sentido, nadie entendía nada». John Entwistle se manifestó de forma similar: «A decir verdad, no entendí nada. Fue un fracaso, la verdad».

Pete seguía, entretanto, ajeno a todo…, obsesionado con un proyecto que solo él entendía. Su incapacidad para contagiar al resto su entusiasmo le produjo una enorme frustración. Finalmente decidieron trasladarse a los Record Plant de Nueva York para grabar las canciones del proyecto y olvidarse, momentáneamente, de la peformance y de la película. De esta forma, el resultado fue un doble LP, pero finalmente, aconsejados por Glynn Johns, al que habían solicitado que les ayudara con la producción, decidieron renunciar al concepto original y reducirlo a un sólo disco: el histórico «Who’s Next«.

Estamos ante el que, para la mayoría de la crítica, es el mejor disco de la banda. No comparto del todo esta opinión, pero en innegable que estamos ante un trabajo fabuloso. Desde una primera escucha llaman especialmente la atención tres factores: por un lado es un disco mucho menos denso y más directo que «Tommy» (aunque, como hemos visto, estuvo a punto de ser una paranoia opero-rockera que dejaba al pobre Tommy en calzoncillos), por otro lado, hay que destacar la brillantísima y novedosa introducción de sintetizadores (estamos ante el primer disco de rock en el que se hace uso de los sintetizadores en un sentido estrictamente musical y no para hacer «ruiditos») y, por último, la potentísima voz de Roger, que evoluciona de una forma indescriptible respecto a los discos anteriores de la banda.

Editado en agosto de 1971, «Who’s Next» es rock. Nada más. Aunque parte de una idea narrativa compleja, los temas que componen el disco funcionan perfectamente aislados del proyecto Lifehouse conformando un LP inteligente, innovador, potente, melódico, grandioso y estimulante. Todos los miembros de la banda desarrollan e incluso exhiben su pericia musical sin complejos, Pete toca como nunca, atreviéndose más que nunca con la solista, Keith y John agotan los calificativos y Roger pasa de ser un cantante competente a convertirse en una de las mejores voces del rock. En muchos sentidos, The Who aparecen ante nosotros como un grupo nuevo.

En definitiva, uno de los grandes discos de la historia que fue recibido con alborozo tanto por el público como por la crítica alcanzando el número 1 en Inglaterra y el 4 en Estados Unidos. «El mejor disco de rock duro que nunca se ha editado» u «Obra maestra del rock», fueron sólo algunos de los titulares de la prensa especializada.

El espectáculo comienza de forma inmejorable con la tremenda «Baba O’Riley«, un tema sencillamente inconmensurable. Pete, a pesar de que sus allegados le dijeron que era un suicidio comercial, decidió que el disco arrancara con ese largo y extraño arpegio generado por un primitivo sintetizador…, luego llegan esos reverberados y largos acordes de piano, la genial batería de Keith, el bajo de John, la impresionante voz de Roger y, finalmente, la guitarra de Pete… Historia del Rock. Con un título inspirado en Meher Baba, el mentor filosófico-espiritual de Pete y el músico Tim O’Riley, los 5 minutos de duración de la canción son resultado de seleccionar las mejores partes de la composición original «Teenage Wasteland», de más de 30 minutos. La parte del violín fue una aportación de Keith.

El tono potente se mantiene con «Bargain«, otro buen rock que, según su autor, Pete Townshend «trata simplemente sobre perder el ego propio». Destaca especialmente y de nuevo la imponente voz de Roger que estaba particularmente satisfecho de sus gritos en los estribillos. Otro muy buen tema que da paso al más pausado y acústico «Love Ain’t For Keeping«, gran canción de sonoridades «abbeyroadianas» en la que Pete hace gala de su pericia con la guitarra acústica.

John aporta su única canción al disco con «My Wife«, una de las pocas canciones incluidas en este álbum que no pertenecían al proyecto Lifehouse. Como es habitual en las canciones de Entwistle, el humor negro y la ironía están muy presentes en la lírica de la canción tratando  en esta ocasión sobre un hombre que se va de juerga y es arrestado por la policía, cuando sale de calabozo va a casa y se encuentra con que su mujer le acusa de haber estado con otra mujer e intenta agredirle de mil formas. Gran canción de John que demuestra que, además podía ser un muy competente cantante solista.

Esta fabulosa cara A se cierra con «The Song is Over«, aparentemente la canción que servía de final a Lifehouse. Pete toma la voz principal en la primera y pausada parte de la canción para ceder el testigo a Roger conforme la canción va subiendo en intensidad. El bajo de John alcanza en esta ocasión niveles extraterrenales.  En la parte final incluye un fragmento del tema principal a nivel argumental de Lifehouse, «Pure And Easy» que finalmente se descartó para su inclusión en el LP «Who’s Next».

La cara B arranca con «Gettin’ in Tune«, una canción de estructura muy similar a «The Song Is Over», es decir, de meloso arranque y posterior ascenso de intensidad. Sin ser ni de lejos una mala canción es, en mi opinión, el punto más bajo del LP. El ambiente rockero se rompe con la luminosa y fantástica «Goin’ Movile«, de atmósferas soul y en la que destaca, además de la voz de Pete, el peculiar sonido de la guitarra -resultado de conectarla a un sintetizador. Temazo, una de mis debilidades.

Llegamos a la recta final. «Behind Blue Eyes» merece un lugar de honor en el Olimpo de los baladones. Una maravillosa canción con una notable letra en la que Pete expresa, a pesar de que se refugia tras uno de los personajes de Lifehouse, la soledad del creador ante su obra y la ferocidad de una crítica que le esperaba con las uñas afiladas tras el éxito de «Tommy». El inicio sosegado y extraordinariamente melódico de la canción se apoya en excelentes armonías hasta que se rompe en mil pedazos aproximadamente a mitad de minutaje convirtiéndose en un extraordinario rock (grande Moon). Una de las mejores melodías que Pete escribiera nunca. Otro clásico para la historia.

Pero un disco como este no podría terminar sin un final a la altura.»Won’t Get Fooled Again» es sencillamente uno de los himnos del rock de los 70. Una de esas cuatro o cinco canciones que definen un género y que pasan a la historia como entidades propias. Si los Who sólo hubieran editado esta canción, ya merecerían un lugar de honor en los manuales del género. La estructura es muy similar a la de la también genial «Baba O’Riley», un arranque de sintetizadores que ejerce de base a la que Pete, John, Keith y finalmente Roger se acoplan conjuntados bajo las órdenes de una enérgica y arrebatadora melodía. Más de ocho minutos de desparrame rockero que se quiebran abruptamente cerca del final para que Keith realice uno de los únicos solos de batería que realizó en su carrera y Roger ruja en el que se conoce como «el mejor grito de la historia del rock». Una canción eterna.

Y así concluye «Who’s Next», uno de los mejores discos de rock que jamás se hayan editado. Como antes he comentado, es habitual que la crítica lo considere el mejor trabajo del grupo. Yo prefiero «Tommy» pero lo que tengo claro es que , sin dejar demasiado lugar al debate, este LP es una auténtica obra de arte. Un imprescindible.

VALORACIÓN GUILLETEK: 9.5/10

THE WHO: «Live At Leeds» (1970). (9,5/10)

leeds

«Young Man Blues« (Allison)
«Substitute» (Townshend)
«Summertime Blues» (Capeheart, Cochran)
«Shakin’ All Over» (Kidd)

«My Generation» (Townshend)
«Magic Bus» (Townshend)

La resaca de un disco como «Tommy» (1969) nunca es sencillo, poco a poco, se fue convirtiendo en un fenómeno que pronto escapó de las manos de Townshend. No obstante, lo que era indudable es que el disco era un absoluto éxito y el grupo lo pudo constatar a lo largo de su extensa gira de promoción. A finales de 1969 los Who se habían convertido en una máquina perfectamente engrasada de rock en directo y, quién sabe si queriendo huir de la sofisticación de Tommy o simplemente queriendo aprovechar su momento de forma, decidieron que sería buena idea editar un directo resumen de la gira. Muchos de los conciertos habían sido grabados y Pete recibió abrumado las más de 80 horas de grabaciones. Pronto descartaron la idea de hacer un «popurrí» de las mejores interpretaciones de cada concierto y decidieron que querían editar un concierto puro: volverían al escenario y lo grabarían para publicarlo como LP.

Los Who dieron dos conciertos, el primero de ellos el 14 de febrero de 1970 en la Universidad de Leeds, y otro el día siguiente en Hull. Ambos fueron grabados pero el de Hull quedó descartado al no haberse recogido el bajo de John por problemas técnicos. El resultado es el nunca suficientemente ponderado «Live At Leeds«

Empezaré diciendo que, en mi opinión y con bastante distancia sobre el resto, «Live at Leeds» es el mejor álbum de rock en directo que nunca se ha editado. Editado en mayo de 1970, dura poco más de 30 minutos y se compone de seis extensísimas canciones (tres versiones y tres composiciones de Pete) seleccionadas del repertorio original del concierto. El setlist original incluía, además de Tommy al completo, impresionantes versiones de clásicos del grupo, como «A Quick One«, «Tatoo» o «I Can’t Explain«, no obstante el grupo decidió seleccionar tres clásicos del rock y tres de sus más exitosos singles.

El resultado es sencillamente espectacular, maravilloso. Es un álbum crudo, duro, nervioso y supervitaminado, en el que Townshend y compañía vuelven por sus fueros tras el preciosismo de Tommy. La crítica se rindió a sus pies tan pronto como fue editado. «El mejor álbum en directo de todos los tiempos, el holocausto definitivo del rock duro», dijo el New York Times. Aún, hoy en día es un fijo en todos los podios de los mejores live albums -normalmente acompañado del «Concert For Bangla-Desh» de George Harrison y del «Made In Japan» de Deep Purple). En cierta manera este disco sirve de bisagra entre los Who cuya evolución culmina en «Tommy» y los posteriores, definitivamente más rockeros.

Un rudo riff introduce «Young Man Blues«, potentísima versión del cincuentero blues original de Moose Allison, antes de que la recia voz de Daltrey introduzca diferentes y cada vez más soberbios pasajes de lucimiento instrumental del trío Moon-Entwistle-Townshend. No, no son Led Zeppelin, son los increíbles Who.

«Substitute» es sencillamente arrolladora, con el combo Moon-Entwistle dando un pétreo soporte a una versión sensiblemente más potente que la original…, pero palidece ante la estratosférica versión del «Sumertime Blues» del gran Eddie Cochran, sublime.

La cara A concluye con otra bestialidad, «Shakin’ All Over» -original de de Johnny Kidd & The Pirates– adquiere una dimensión absolutamente distinta en manos de los Who. Enorme trabajo de Pete a la guitarra en la parte final, gran Daltrey y, como siempre, soberbia base rítmica

Lo primero que llama la atención al girar el disco es la única presencia de dos canciones en los créditos. Arrancamos con un «My Generation» de más de 14 minutos. Gozada total, con fragmentos de «See Me Feel Me» incluidos dentro de la canción y una coda final fusionada con «Sparks» . No pueden tocar mejor, Pete está sencillamente estelar (enlace) y lo de John y Keith no tiene nombre (enlace a base rítmica). Acojonante, no hay palabras.

Pero, sin poder haber conseguido cerrar al boca no recuperar el aliento, los mini riffs de Pete se unen a las claves de Keith y a la por el momento calmada voz de Roger… La canción va creciendo en intensidad hasta explotar en la mejor versión de «Magic Bus» que pueda oírse. Casi 8 minutos de excelencia rockera. La abrupta entrada de la armónica de Roger junto a los divinos Moon y Entwistle es digna de estudio.

Un disco soberbio, de principio a fin, que además tuvo mucha repercusión en Estados Unidos, donde alcanzó el número 2. Unos nuevos Who, brutales en directo, tremendamente potentes, amanecían al mundo.

VALORACIÓN GUILLETEK: 9.5/10

The Who. Capítulo 5 (1970-1971). De «Live At Leeds» a «Who’s Next» pasando por The Lifehouse. Tiempo para el rock.

La resaca de un disco como «Tommy» nunca es sencillo, poco a poco, se fue convirtiendo en un fenómeno que pronto escapó de las manos de Townshend. Comenzaron a aparecer varias versiones teatrales (ballets, musicales etc.) por todo el mundo. La banda estaba tan relacionada con el disco que mucha gente desconocía el verdadero nombre del grupo (The Who) y les conocían como «Tommy». Pete comenzó a sentirse sobrepasado por la situación y le costó asumir que su obra escapara a su control. «Muchas veces he deseado no haber compuesto Tommy», ha llegado a declarar Townshend.

No obstante, lo que era indudable es que el disco era un absoluto éxito y el grupo lo pudo constatar a lo largo de su extensa gira de promoción. A finales de 1969 los Who se habían convertido en una máquina perfectamente engrasada de rock en directo y, quién sabe si queriendo huir de la sofisticación de Tommy o simplemente queriendo aprovechar su momento de forma, decidieron que sería buena idea editar un directo resumen de la gira. Muchos de los conciertos habían sido grabados y Pete recibió abrumado las más de 80 horas de grabaciones. Pronto descartaron la idea de hacer un «popurrí» de las mejores interpretaciones de cada concierto y decidieron que querían editar un concierto puro: volverían al escenario y lo grabarían para publicarlo como LP.

Los Who dieron dos conciertos, el primero de ellos el 14 de febrero de 1970 en la Universidad de Leeds, y otro el día siguiente en Hull. Ambos fueron grabados pero el de Hull quedó descartado al no haberse recogido el bajo de John por problemas técnicos. El resultado es el nunca suficientemente ponderado «Live At Leeds«

Imagen

«Young Man Blues« (Allison)
«Substitute» (Townshend)
«Summertime Blues» (Capeheart, Cochran)
«Shakin’ All Over» (Kidd)

«My Generation» (Townshend)
«Magic Bus» (Townshend)

Empezaré diciendo que, en mi opinión y con bastante distancia sobre el resto, «Live at Leeds» es el mejor álbum de rock en directo que nunca se ha editado. Editado en mayo de 1970, dura poco más de 30 minutos y se compone de seis extensísimas canciones (tres versiones y tres composiciones de Pete) seleccionadas del repertorio original del concierto. El setlist original incluía, además de Tommy al completo, impresionantes versiones de clásicos del grupo, como «A Quick One«, «Tatoo» o «I Can’t Explain«, no obstante el grupo decidió seleccionar tres clásicos del rock y tres de sus más exitosos singles.

El resultado es sencillamente espectacular, maravilloso. Es un álbum crudo, duro, nervioso y supervitaminado, en el que Townshend y compañía vuelven por sus fueros tras el preciosismo de Tommy. La crítica se rindió a sus pies tan pronto como fue editado. «El mejor álbum en directo de todos los tiempos, el holocausto definitivo del rock duro», dijo el New York Times. Aún, hoy en día es un fijo en todos los podios de los mejores live albums -normalmente acompañado del «Concert For Bangla-Desh» de George Harrison y del «Made In Japan» de Deep Purple). En cierta manera este disco sirve de bisagra entre los Who cuya evolución culmina en «Tommy» y los posteriores, definitivamente más rockeros.

Un rudo riff introduce «Young Man Blues«, potentísima versión del cincuentero blues original de Moose Allison, antes de que la recia voz de Daltrey introduzca diferentes y cada vez más soberbios pasajes de lucimiento instrumental del trío Moon-Entwistle-Townshend. No, no son Led Zeppelin, son los increíbles Who.

«Substitute» es sencillamente arrolladora, con el combo Moon-Entwistle dando un pétreo soporte a una versión sensiblemente más potente que la original…, pero palidece ante la estratosférica versión del «Sumertime Blues» del gran Eddie Cochran, sublime.

La cara A concluye con otra bestialidad, «Shakin’ All Over» -original de de Johnny Kidd & The Pirates– adquiere una dimensión absolutamente distinta en manos de los Who. Enorme trabajo de Pete a la guitarra en la parte final, gran Daltrey y, como siempre, soberbia base rítmica

Lo primero que llama la atención al girar el disco es la única presencia de dos canciones en los créditos. Arrancamos con un «My Generation» de más de 14 minutos. Gozada total, con fragmentos de «See Me Feel Me» incluidos dentro de la canción y una coda final fusionada con «Sparks» . No pueden tocar mejor, Pete está sencillamente estelar (enlace) y lo de John y Keith no tiene nombre (enlace a base rítmica). Acojonante, no hay palabras.

Pero, sin poder haber conseguido cerrar al boca no recuperar el aliento, los mini riffs de Pete se unen a las claves de Keith y a la por el momento calmada voz de Roger… La canción va creciendo en intensidad hasta explotar en la mejor versión de «Magic Bus» que pueda oírse. Casi 8 minutos de excelencia rockera. La abrupta entrada de la armónica de Roger junto a los divinos Moon y Entwistle es digna de estudio.

Un disco soberbio, de principio a fin, que además tuvo mucha repercusión en Estados Unidos, donde alcanzó el número 2. Unos nuevos Who, brutales en directo, tremendamente potentes, amanecían al mundo.  Sin embargo, a pesar del éxito del disco, el público seguía reclamando más «Tommy» y Pete, aunque no estaba convencido, acabó firmando a finales de 1970 un contrato para trasladar al cine la historia del chico carente de sentidos. Tiempo habrá para hablar sobre ello.

Los Who eran reconocidos como una de las mejores (por no decir la mejor) bandas en directo del planeta, por lo que a nadie extrañó que fueran uno de los platos fuertes del Festival de la Isla de Wight de 1970. El concierto se celebró en agosto, la banda demostró estar en una forma envidiable y temas como «Pinball Wizard«, «I’m Free«, «Magic Bus» o un sorprendente «Shakin’ All Over» fusionado con el «Twist & Shout» de los Isley Brothers que popularizaron los Beatles, hicieron las delicias del público. Pero lo más destacable de este concierto fue el estreno de tres estupendas nuevas canciones de Pete -«Water«, «I Don’t Even Know Myself» y «Naked Eye– destinadas a un nuevo macro-proyecto de Townshend: «Lifehouse«.

Según Pete, el origen del concepto de Lifehouse, surgió durante la gira de «Tommy». Pete declaró: «He visto momentos en los conciertos de The Who en los que las vibraciones se estaban volviendo tan puras que pensé que el mundo entero se iba a detener, todo se estaba uniendo». Eso le hizo recrearse y pensar sobre un nuevo proyecto: «Quería que fuera sobre música, sobre el futuro, sobre la esperanza, pero quería que estuviera anclado a la realidad, que tratara problemas reales. ¿Cómo crear un personaje sordo, ciego y mudo sin repetirme? Ya sé, vivirá en el futuro. Lo pondré en un traje espacial, rechazará vivir en la realidad, vivirá en un mundo imaginario, viciado. Tendrá una vida de trono, vivirá la vida que los cineastas, los mentirosos, los publicistas, los manipuladores políticos y los controladores quieran que viva. Será sordo, ciego y mudo a los recursos del espíritu, que le dan la libertad de unirse a los otros seres humanos, de integrarse con ellos y de tener una vida verdadera. Una fantasía en un tiempo donde el mundo estará colapsado completamente y las únicas experiencias que la gente tendrán serán a través de tubos de ensayo. Ellos vivirán como si estuvieran en programas de televisión, todo programado. Hasta que alguien recordará lo que el rock era capaz de hacer sentir a la gente e intentará conseguir que el efecto que produce el rock pueda sentirse eternamente».

En una suerte de fabulación científico-espiritual a medio camino entre la ciencia ficción y la ida de olla, Townshend se basaba en la idea de que las vibraciones se podían volver tan puras que la audiencia «se iría bailando hasta el olvido; sus almas dejarían sus cuerpos y estarían en una clase de paraíso, un estado permanente de éxtasis». La única razón que impedía llegar a este Nirvana es que los conciertos de rock eran finitos y eso provocaba que el  público, consciente de ello, no se dejara llevar sabedores de que tras el show tendrían que volver a la vida real.

El argumento era algo así: En un futuro «no muy lejano» las condiciones atmosféricas han llevado a la humanidad a la necesidad de vivir dentro de unos trajes especiales que simulan emociones y experiencias. De esta forma, pueden «vivir» sin salir de sus casas. Dichos trajes están conectados a una gran computadora llamada «The Grid», controlada por Jumbo, el líder del gobierno.

Un día Bobby, nuestro héroe, toma un teatro abandonado en el que reúne a 300 personas e intenta hacer música con ellas basándose en su personalidad y experiencias vitales. Dentro de ese teatro, al que denomina Lifehouse, una banda traduce esas experiencias en rock.  Pasado un tiempo, el experimento de Bobby va ganando notoriedad hasta que el gobierno decide que es peligroso e intenta clausurarlo enviando tropas al recinto… Sin embargo, la música es poderosa y crea un campo de fuerza que impide el asalto. La audiencia del concierto se une creando la «Nota Única» que provoca que todo desaparezca y la humanidad alcance el nirvana musical eterno.

El ambicioso proyecto de Townshend pretendía crear música que pudiera adaptarse para describir las personalidades de la audiencia a través de hardware. Quería crear una máquina capaz de traducir las personalidades de los oyentes en notas musicales en busca del «acorde universal». Para ello, los Who estrenarían su nuevo material  en el Teatro Young Vic ante un público que no había oído las nuevas canciones. Los integrantes del público emergerían de la audiencia y aportarían su rol a la música. El perfil de cada miembro de la audiencia sería tenido en cuenta, desde el pérfil astrológico del individuo hasta sus hobbies, incluso su apariencia física. Esos datos, a través de sintetizadores, se traducirían en sonido creando lo que Pete definió como «una clase de cacofonía celestial». Mientras y en paralelo, se rodaría una película con el argumento que antes os he contado.

El problema del proyecto es que nadie lo entendió…, salvo Townshend. Ni el grupo, ni el manager, ni la discográfica…, nadie. Daltrey declaró:  «Pete escribió todo aquello…, incluso hizo un guión simplificado…, pero…, no tenía sentido, nadie entendía nada». John Entwistle se manifestó de forma similar: «A decir verdad, no entendí nada. Fue un fracaso, la verdad».

Entre tanto, la banda editó un nuevo single que no hacía sino redundar en el cambio estilístico del grupo en una línea mucho más rockera: la fantástica «The Seeker«, un gran rock que alcanzó un puesto número 19 en Inglaterra pero que apenas entró en el Top-50 en Estados Unidos

Quien sabe si aburrido de las excentricidades de Pete o simplemente por necesidades artística, John decide lanzar su primer trabajo como solista, el notable pero oscuro «Smash Your Head Against the Wall«, editado en mayo de 1971. Temas como «My Size«, «No. 29» o la excelente «I Believe In Everything» dejaban a las claras que el genial bajista tampoco era manco componiendo.

Pete seguía, entretanto, ajeno a todo…, obsesionado con un proyecto que solo él entendía. Su incapacidad para contagiar al resto su entusiasmo le produjo una enorme frustración. Finalmente decidieron trasladarse a los Record Plant de Nueva York para grabar las canciones del proyecto y olvidarse, momentáneamente, de la peformance y de la película. De esta forma, el resultado fue un doble LP, pero finalmente, aconsejados por Glynn Johns, al que habían solicitado que les ayudara con la producción, decidieron renunciar al concepto original y reducirlo a un sólo disco: el histórico «Who’s Next«.

Baba O’Riley (Townshend)
Bargain (Townshend)
Love Ain’t for Keeping (Townshend)
My Wife (Entwistle)
The Song is Over (Townshend)

Gettin’ in Tune (Townshend)
Goin’ Mobile (Townshend)
Behind Blue Eyes (Townshend)
Won’t Get Fooled Again (Townshend)

Estamos ante el que, para la mayoría de la crítica, es el mejor disco de la banda. No comparto del todo esta opinión, pero en innegable que estamos ante un trabajo fabuloso. Desde una primera escucha llaman especialmente la atención tres factores: por un lado es un disco mucho menos denso y más directo que «Tommy» (aunque, como hemos visto, estuvo a punto de ser una paranoia opero-rockera que dejaba al pobre Tommy en calzoncillos), por otro lado, hay que destacar la brillantísima y novedosa introducción de sintetizadores (estamos ante el primer disco de rock en el que se hace uso de los sintetizadores en un sentido estrictamente musical y no para hacer «ruiditos») y, por último, la potentísima voz de Roger, que evoluciona de una forma indescriptible respecto a los discos anteriores de la banda.

Editado en agosto de 1971, «Who’s Next» es rock. Nada más. Aunque parte de una idea narrativa compleja, los temas que componen el disco funcionan perfectamente aislados del proyecto Lifehouse conformando un LP inteligente, innovador, potente, melódico, grandioso y estimulante. Todos los miembros de la banda desarrollan e incluso exhiben su pericia musical sin complejos, Pete toca como nunca, atreviéndose más que nunca con la solista, Keith y John agotan los calificativos y Roger pasa de ser un cantante competente a convertirse en una de las mejores voces del rock. En muchos sentidos, The Who aparecen ante nosotros como un grupo nuevo.

En definitiva, uno de los grandes discos de la historia que fue recibido con alborozo tanto por el público como por la crítica alcanzando el número 1 en Inglaterra y el 4 en Estados Unidos. «El mejor disco de rock duro que nunca se ha editado» u «Obra maestra del rock», fueron sólo algunos de los titulares de la prensa especializada.

El espectáculo comienza de forma inmejorable con la tremenda «Baba O’Riley«, un tema sencillamente inconmensurable. Pete, a pesar de que sus allegados le dijeron que era un suicidio comercial, decidió que el disco arrancara con ese largo y extraño arpegio generado por un primitivo sintetizador…, luego llegan esos reverberados y largos acordes de piano, la genial batería de Keith, el bajo de John, la impresionante voz de Roger y, finalmente, la guitarra de Pete… Historia del Rock. Con un título inspirado en Meher Baba, el mentor filosófico-espiritual de Pete y el músico Tim O’Riley, los 5 minutos de duración de la canción son resultado de seleccionar las mejores partes de la composición original «Teenage Wasteland», de más de 30 minutos. La parte del violín fue una aportación de Keith.

El tono potente se mantiene con «Bargain«, otro buen rock que, según su autor, Pete Townshend «trata simplemente sobre perder el ego propio». Destaca especialmente y de nuevo la imponente voz de Roger que estaba particularmente satisfecho de sus gritos en los estribillos. Otro muy buen tema que da paso al más pausado y acústico «Love Ain’t For Keeping«, gran canción de sonoridades «abbeyroadianas» en la que Pete hace gala de su pericia con la guitarra acústica.

John aporta su única canción al disco con «My Wife«, una de las pocas canciones incluidas en este álbum que no pertenecían al proyecto Lifehouse. Como es habitual en las canciones de Entwistle, el humor negro y la ironía están muy presentes en la lírica de la canción tratando  en esta ocasión sobre un hombre que se va de juerga y es arrestado por la policía, cuando sale de calabozo va a casa y se encuentra con que su mujer le acusa de haber estado con otra mujer e intenta agredirle de mil formas. Gran canción de John que demuestra que, además podía ser un muy competente cantante solista.

Esta fabulosa cara A se cierra con «The Song is Over«, aparentemente la canción que servía de final a Lifehouse. Pete toma la voz principal en la primera y pausada parte de la canción para ceder el testigo a Roger conforme la canción va subiendo en intensidad. El bajo de John alcanza en esta ocasión niveles extraterrenales.  En la parte final incluye un fragmento del tema principal a nivel argumental de Lifehouse, «Pure And Easy» que finalmente se descartó para su inclusión en el LP «Who’s Next».

La cara B arranca con «Gettin’ in Tune«, una canción de estructura muy similar a «The Song Is Over», es decir, de meloso arranque y posterior ascenso de intensidad. Sin ser ni de lejos una mala canción es, en mi opinión, el punto más bajo del LP. El ambiente rockero se rompe con la luminosa y fantástica «Goin’ Movile«, de atmósferas soul y en la que destaca, además de la voz de Pete, el peculiar sonido de la guitarra -resultado de conectarla a un sintetizador. Temazo, una de mis debilidades.

Llegamos a la recta final. «Behind Blue Eyes» merece un lugar de honor en el Olimpo de los baladones. Una maravillosa canción con una notable letra en la que Pete expresa, a pesar de que se refugia tras uno de los personajes de Lifehouse, la soledad del creador ante su obra y la ferocidad de una crítica que le esperaba con las uñas afiladas tras el éxito de «Tommy». El inicio sosegado y extraordinariamente melódico de la canción se apoya en excelentes armonías hasta que se rompe en mil pedazos aproximadamente a mitad de minutaje convirtiéndose en un extraordinario rock (grande Moon). Una de las mejores melodías que Pete escribiera nunca. Otro clásico para la historia.

Pero un disco como este no podría terminar sin un final a la altura.»Won’t Get Fooled Again» es sencillamente uno de los himnos del rock de los 70. Una de esas cuatro o cinco canciones que definen un género y que pasan a la historia como entidades propias. Si los Who sólo hubieran editado esta canción, ya merecerían un lugar de honor en los manuales del género. La estructura es muy similar a la de la también genial «Baba O’Riley», un arranque de sintetizadores que ejerce de base a la que Pete, John, Keith y finalmente Roger se acoplan conjuntados bajo las órdenes de una enérgica y arrebatadora melodía. Más de ocho minutos de desparrame rockero que se quiebran abruptamente cerca del final para que Keith realice uno de los únicos solos de batería que realizó en su carrera y Roger ruja en el que se conoce como «el mejor grito de la historia del rock». Una canción eterna.

Y así concluye «Who’s Next», uno de los mejores discos de rock que jamás se hayan editado. Como antes he comentado, es habitual que la crítica lo considere el mejor trabajo del grupo. Yo prefiero «Tommy» pero lo que tengo claro es que , sin dejar demasiado lugar al debate, este LP es una auténtica obra de arte. Un imprescindible.

Como no podía ser de otra forma en el caso una banda que ya era considerada como el mejor espectáculo rock que se podía ver en directo sobre un escenario, se embarcaron en una gira británico-estadounidense de más de 50 fechas entre agosto y diciembre del 71.

TEXTO: Guillermo Mittelbrunn Beltrán. 27 de julio de 2013

THE WHO. «A Quick One» (1966). (7/10)

Run, Run, Run (Townshend)
Boris the Spider (Entwistle)
I Need You (Moon)
Whiskey Man (Entwistle)
  Heat Wave (Brian Holland/Lamont Dozier/Edward Holland)
Cobwebs and Strange (Moon)
  Don’t Look Away (Townshend)
See My Way (Daltrey)
So Sad About Us (Townshend)
A Quick One While He’s Away (Townshend)

Los Who eran, a finales de 1966, un grupo consolidado en el panorama británico.  Se habían convertido en un grupo de éxitos, un grupo de singles que se habían convertido en unos habituales del Top-10 de las listas. No obstante, Pete  no se encontraba cómodo en esa situación y la idea de llevar sus canciones en una nueva dirección le llevaba tiempo rondando por la cabeza y solía darle vueltas a cómo fusionar un libreto operístico con la música rock.

Intentando huir de su imagen de «grupo de singles», el grupo aborda la grabación de su nuevo LP. Las nuevas inquietudes de Townshend comenzarán a verse claramente en su siguiente «disco grande».  Editado a mediado del 66, el LP tuvo una fría acogida entre la crítica. Su principal lacra es su falta de punch comercial, ya que, a nivel artístico, supone un gran paso adelante para el grupo. El problema es que el álbum  se mueve en varias direcciones sin terminar de llegar a ningún sitio. Refleja el estado de Townshend, a medio camino entre su reciente pasado de éxito mod y la nueva senda que quiere emprender y que queda plasmada en la genial «A quick one».

Es el disco más democrático del grupo y eso se nota, para mal, en el resultado final. Las capacidades musicales a la hora de componer de Townshend están muy por encima de las del resto de la banda. Sin embargo, en este disco, de las diez canciones, sólo cuatro son de Pete, el resto se reparten entre John (2), Moon (2) y Daltrey (1) y una versión del «Heat Wave» de Martha & The Vandelas.

El LP se abre con una canción de Pete Townshend, «Run Run Run«, muy en la línea de su primer álbum, uno de los últimos escarceos del grupo con las sonoridades mod. No obstante, a pesar de su raigambre clásica, presenta varias novedades como el tratamiento de la guitarra o la producción pre-psicodélica. Un gran tema que, junto a la siniestra «Boris The Spider» -obra de John Entwistle-, dota al LP de un notable arranque.

«I Need You«, resulta una agradable sorpresa. Compuesta e interpretada por Keith Moon, es un buen tema pop y supone la demostración de que la batería puede ser el instrumento principal de una canción…, sencillamente brillante a los tambores. Entwistle vuelve a la carga con «Whiskey Man», otro siniestro e interesante tema, antes de llegar al cover de «Heat Wave«, original de Martha & The Vandelas. La cara B se cierra con el circense y bizarro instrumental «Cobwebs and Strange«, compuesto de nuevo por Keith Moon y en el que, como no podría ser de otra forma, destaca sobremanera la espectacular forma de tocar la batería de su autor.

«Don’t Look Away«, es la segunda composición de Pete Townshend que aparece en el disco, un extraño tema pop que adelanta estilos venideros pero que no destaca como canción. Floja también, mucho más de hecho, es «See My Way«, la aportación de Roger Daltrey como compositor. La cara B camina en terreno de nadie hasta que suenan las primeras notas de «So Sad About Us«, una fantástica canción de Pete. Buena melodía, buenas voces y una pista de batería para la historia. Directa, sencilla y fantástica.

El disco termina con la materialización de la idea que Pete llevaba rondando hacía un tiempo. «A quick one (while he’s away)» es la primera «ópera rock» de la historia. Cierto es que sólo es una canción (realmente es la unión de seis), pero la forma que tiene de contar la historia, los diálogos de los personajes y los cambios de la música al servicio de la historia eran algo nuevo. Sus 9 minutos de duración narran la historia de una mujer cuya pareja  se ha ido de casa.  Comienza con un fragmento de 20 segundos a capella en el que el narrador sitúa la historia  («Su marido se fue hace un año, tenía que haber vuelto ayer pero no lo hizo…»); posteriormente Roger toma la voz hasta el minuto 2 aproximandamente describiendo la penosa situación de la mujer alejada de su amor; Pete y Roger cantan la tercera parte de la canción –«We have a remedy…»- en la que los amigos de la mujer le anuncian que tienen una solución para su problema: Ivor el Camionero, papel que protagoniza la cuarta parte de la canción «consolando» a la solitaria mujer. En la quinta parte, minuto 5, el marido anuncia su llegada se encuentra con todo el pastel pero acaba perdonando a su enamorada esposa en la sexta y última parte del tema, la brillante «You are forgiven». Resulta especialmente brillante la versión que de esta canción realizó el grupo en 1968 para la malograda película de los Rolling Stones «Rock & Roll Circus». La actuación de los de Townshend fue tan brillante que Jagger y Richards decidieron cancelar el estreno de la película en la BBC -como estaba prevista- porque consideraban que su actuación quedaba en ridículo comparada con la de los Who.

El LP ya sólo merecería la pena por esta joya final. Carece de la frescura del anterior y de la brillantez de los posteriores siendo posiblemente su peor trabajo de los 60…, pero dista mucho de ser un mal disco. En Inglaterra obtuvo un número 4 y en Estados Unidos fue un sonoro fracaso a pesar de que. allí, se incluyó el exitoso single «Happy Jack» e incluso se título el disco con el nombre de la misma canción en un futil intento de hacerlo más comercial y, de paso, de evitar las connotaciones sexuales del título británico.

VALORACIÓN GUILLETEK: 7 /10